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martes, 21 de febrero de 2017

Seguramente una gran novela




Estuve a punto de abandonar la lectura del libro apenas leídas las primeras cuarenta páginas. No lo hice porque leí la completísima reseña en el blog devoradoradelibros.com, un blog con el que suelo coincidir bastante y donde además de afirmar que era el mejor libro que había leído en 2016 dice también:

“El lector también debería afrontar su lectura con esta idea de acumulación: de entrada, limitarse a disfrutar de su excelente prosa, empaparse del universo reimanniano, entrar en el mundo de Franziska; las piezas de la «historia», si se puede considerar que narra una historia, ya empezarán a juntarse y a dotar de sentido al conjunto sin que se dé cuenta.”

Esa idea me animó porque en lo que había leído aún no había encontrado ningún sentido.
Por otra parte, releí el Prólogo de Ibon Zubiaur, el traductor, y me encontré con lo siguiente:

“El 4 de noviembre de 1967 apuntaba ya en su diario: “El argumento, opina A., aún no se entiende, no hay una intención reconocible. Sé bien que el libro consiste en un excurso tras otro, pero no puedo explicar por qué quiero escribirlo justo así: acumular vida, sin más, lo cotidiano y lo casual, no-necesario.”  Y reconocía en ello “una protesta contra la trama, contra la construcción novelística, que me parece demasiado cristalina, demasiado pura, demasiado artificial, demasiado clara en una sociedad bien poco clara.” “(p. 10)

Y más adelante hace la siguiente valoración:
 “Nos queda la práctica totalidad del borrador, un monumento de la literatura alemana de posguerra en su intensidad y su libertad, la obra maestra de una escritora dotada como muy pocas que aquí se suelta todas las riendas, se abandona, experimenta, se pierde (sí, también se pierde), sólo para reencontrarse enseguida y remontar el vuelo con ese estilo inimitable, pleno de vida y hallazgos, de incisividad y perspicacia, de deseo y de piedad.” (p. 10-11)

¿Por qué esta extensa introducción con citas tan favorables a la novela? Simplemente para justificar el título que he puesto  a esta entrada porque, sinceramente, a mí no me ha gustado absolutamente nada. He tenido la paciencia, o la desfachatez, de leerme sus casi setecientas páginas y solo ha habido algunos momentos en los que he podido meterme e interesarme por la historia o historias. Es cierto que se trata de un libro muy bien escrito (y desde luego muy bien traducido y anotado), pero también de un libro en el que no es fácil seguir los pasos de la autora.
Es el tercer libro que leo de Reimann y los otros dos me habían gustado bastante, por eso lo cogí con ilusión porque, además, me interesaba lo que se comenta en la contraportada sobre el mundo de la extinta República Democrática Alemana, pero incluso en este aspecto la novela me ha defraudado ya que no son muchas las referencias al contexto aunque, eso sí, está como trasfondo de algunas de las cosas que suceden.
Dejo dos de los fragmentos más explícitos sobre este tema:

“He aguantado quince años aquí (habla el padre que se fue a la RFA): quince años de más…. No puedo ocultar cierta simpatía por la doctrina de este estado, con sus grandes ideas de fraternité y humanidad liberada, pero una cosa es proclamar ideas y otra ponerlas en práctica. Propaganda pertinaz, una moral tosca y disciplinaria, escasez y el criminal desprecio por el individuo y por toda expresión individual, ésa es la parte que os ha tocado… “(p. 159)

“La revolución no es un paseo por un jardín botánico: Ha visto fotos retocadas, leído sobre los procesos de Moscú, Vorkutá no es para él sólo un punto geográfico junto al círculo polar de algún mapa, ha podido saber de los campos, de los reasentamientos forzosos, de los destinos de emigrantes, del poeta desaparecido Mandelstam (…)” (p. 613)

En fin, “seguramente una gran novela”; incluso puede que sea la mejor escrita en la RDA, como afirma el traductor en el Prólogo. Quizá no la he leído en las mejores condiciones físicas y anímicas, pero hacía tiempo que un libro me interesaba tan poco y me mantenía tan alejado de lo que me contaban.
No obstante, tanto lo que dice el traductor como el blog que mencionaba al principio, me llevan a pensar que posiblemente es más un problema mío que del libro.



Brigitte Reimann, Franziska Linkerhand. Traducción de Ibon Zubiaur

lunes, 23 de febrero de 2015

La Rusia soviética vista por una escritora alemana


 
Libro difícilmente clasificable pues se trata de un viaje de la autora en 1964, formando parte de una delegación de la RDA, a Kazajstán y Siberia para ver los logros del socialismo y escribir unos artículos para la revista Forum. Nada especial si no se acompañase además el libro con fragmentos del diario personal de Reimann durante los mismos días.
La autora era en ese momento y a pesar de su juventud, apenas treinta años, una escritora muy conocida en su país e incluso con obra publicada en la URSS. El texto se beneficia de su buena escritura y ofrece también algunas cosas interesantes. Por un lado, una serie de críticas que, aunque a veces aparecen un poco veladas, no debían resultar fáciles para la época, así: las comilonas con las que eran obsequiados en todas partes, la música (“antimúsica marcial”), la arquitectura, sus acompañantes en el viaje (“¡Y gente así está en el Consejo Central!”) y al mismo Salin aunque, eso sí, en su diario íntimo. Por otra parte, también hay un cierto cántico a algunas conquistas del socialismo como: estudiantes de arquitectura construyendo durante el verano casas en un sovjós, la gran cantidad de científicos que “sirven al pueblo” o lo avanzado de los estudios de matemáticas.
Dos ejemplos de su visión positiva:
 
“Y esa certeza inamovible –viviremos en el comunismo- es lo que caracteriza a todos aquellos con los que hablamos; son perfectamente conscientes de lo que significa su trabajo aquí en Siberia, de adónde se dirigen sus esfuerzos, y además de su coraje y su entusiasmo tienen también magníficas condiciones materiales para construir el nuevo orden.” (105-106)
 
“El modelo socialista no es un seguro contra tragedias personales, pero al menos uno no está tan terriblemente solo.” (p.140)
 
Interesante, pues, un libro de estas características escrito por alguien que creía en el sistema y que, al mismo tiempo, veía que no era todo lo bueno que se decía. Además, tiene también su interés ver cómo se recibía a una delegación de un país “hermano” y la multitud de cifras grandiosas que se les daba.
De Reimann leí en su día la novela Los Hermanos que creo que es lo único traducido hasta ahora. Próximamente la misma editorial que este que comento publicará su gran novela póstuma.
 
Brigitte  Reimann, La verde luz de las estepas