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martes, 13 de abril de 2021

Halfon en su línea habitual

Este es el sexto libro que leo del  autor y, salvo el último que me decepcionó un poco, todos me han gustado mucho por cómo cuenta las historias y porque admiro profundamente a los escritores de novela corta que son capaces de decir muchas cosas en pocas páginas.

Esta Canción, para no ser menos que las anteriores tiene apenas 119 páginas, pero en ellas le da tiempo a Halfon a contarnos el secuestro de su abuelo libanés en el contexto de la guerra civil de Guatemala, a presentarnos a una serie de personajes interesantes como ese abuelo  paterno, tan peculiar como el materno presente en libros anteriores, al propio Canción (que es el nombre de uno de sus secuestradores) o para mostrarnos una Guatemala bastante desquiciada. Además, comienza y termina el libro en Japón donde un escritor llamado Halfon, disfrazado de árabe libanés,  ha acudido a un congreso de escritores.

Como se dice en la reseña de elperiodico.com:

“(...) todos los ingredientes marca de la casa: una narración breve pero intensísima, pocos personajes delineados sin prisa pero sin pausa, una tensión autobiográfica que invade la ficción, una ficción que se confunde con la vida del autor, cuyas “historias parecían extraviarse y no llegar a ninguna parte” y un control absoluto de un escritor que sigue empeñado en demostrar que su literatura es un inmenso mapa personal que se repite sin fin”. (Subrayado en el original)

Poco que añadir salvo recomendar encarecidamente la lectura de cualquiera de los libros de este original escritor cuyos libros, eso sí, se leen en muy poco tiempo quedándose el lector en más de uno con la sensación de que la historia daba para más.

Hay también una buena y muy completa reseña de Manuel Hidalgo en elcultural.com.

Eduardo Halfon, Canción.

 

 

 

 

jueves, 3 de octubre de 2019

Primera decepción



Este es el quinto libro que se publica en España del autor y el quinto que leo lo que demuestra el interés que su obra me suscita. Es un escritor de novelas cortas y relatos que escribe magníficamente y cuenta historias interesantes.
Sin embargo, en este caso he sufrido una gran decepción. Este conjunto de nueve relatos fue escrito y publicado antes que el resto de los libros que he leído y su interés es, al menos para mí, muy inferior. De hecho solo el relato que da título al libro, en el que aparece una vez más su abuelo, y el que lo cierra, que más que un relato es una reflexión sobre literatura y realidad y en el que vuelve precisamente sobre lo escrito sobre su abuelo, me han recordado el Halfon que tanto me ha hecho disfrutar en otras ocasiones.
En los primeros me sobran referencias literarias o musicales, y en cuanto a los otros, centrados en Milan Rakic, un pianista gitano serbio, aunque me interesa mucho el mundo en el que se desarrollan las historias, no termino de entrar en ellas.
No es el libro más recomendable de este autor; sí lo son cualquiera de los anteriores.


Eduardo Halfon, El boxeador polaco.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Otra gran novela corta



Este es el cuarto libro que se publica en España en poco tiempo de Halfon y no me extraña porque se trata de uno de esos escritores que crean seguidores incondicionales. En mi caso, además de la calidad de lo que escribe, se une el hecho de que lo hace en novelas cortas en las que, sin embargo, es capaz de condensar con una gran habilidad y precisión muchas historias y muchos sentimientos.
En este Duelo también recorre muchos lugares pues el protagonista,  un tal Eduardo Halfon, va por diferentes motivos, aunque todos ligados en el fondo a la búsqueda de la identidad,  a Nueva York, Berlín,  Lodz, el campo de concentración de Sachsenhausen y varios lugares de Guatemala.
Otra vez está omnipresente el hecho de tener ascendencia judía y así escribirá sobre el hecho mismo de serlo, sobre su primer Yom Kipur y, sobre todo, sobre su abuelo polaco que es uno de los grandes protagonistas de la novela y del que dice:

“Mi  abuelo jamás volvió a su ciudad natal. Jamás quiso volver. Ni tampoco permitió que alguno en la familia fuera. No hay que ir a Polonia, decía. Los polacos, decía, nos traicionaron.” (p. 47)

(Habla Halfon del documental Shoah que fue precisamente el que me llevó al sentimiento de rechazo que hoy tengo del pueblo polaco en la misma línea que el abuelo del autor.)
Como he hecho en anteriores comentarios de los libros de Halfon prefiero que sean otros con más conocimientos quienes opinen. 
Manuel Hidalgo escribe en el cultural.com:

“ (… ) el lector siempre se agarra a las palabras, al placer del texto, a un texto escrito con dolor, humor, emoción e intensidad poética. A un texto magistral, siempre económico y siempre ancho, grande, profundo, inagotable de recursos e imágenes, de juegos verbales y de hondura, de gran fraseo. Ineludible y espléndido en cada palabra.”

Y Ascensión Rivas en el mismo digital:

“Duelo es una novela cien por cien Halfon, es decir, un ejercicio de sencillez y un deleite para la sensibilidad.”

No se puede decir mejor con menos palabras.
Para terminar quiero reproducir una frase que me parece un compendio de muchas cosas y que da una idea con la estoy totalmente de acuerdo:

“Siempre me ha espantado más la desidia del hombre ante el horror que el horror mismo.” (p. 40)

Libro absolutamente recomendable y quedo a la espera de que Libros del Asteroide siga publicando el resto de su obra.

Eduardo Halfon, Duelo

lunes, 1 de febrero de 2016

Relatos de la infancia




Bajo este extraño título, que queda muy bien aclarado en la frase con la que se cierra el libro, se reúnen diez relatos cortos de este escritor guatemalteco recientemente descubierto y que me encanta.
Este libro fue editado en 2011 y es, por tanto, anterior a los otros dos que he leído. También es el que más me ha gustado. Halfon es el mismo de siempre, con ese estilo tan concentrado, tan sintético, en el que no sobra nada y, lo que es más importante, parece que tampoco falte nada, al que le bastan cuatro o cinco palabras para describir a un personaje y otras tantas una situación a veces terrible como varias de las que aparecen en estos relatos.
La infancia o, mejor, la visión que desde la infancia se tiene de acontecimientos  relevantes como puedan ser un terremoto, un secuestro o la existencia de guerrilleros, pero también otros tan cotidianos como el momento de entregar las notas del colegio o el descubrimiento de unas fotos porno, es la verdadera protagonista.
Todo recogido desde esa primera persona que unido a lo que se sabe del autor los convierten casi en una autobiografía.
Para mí el principal fallo del libro es que solo tenga 138 páginas. Me hubiera gustado que Halfon hubiera escrito muchas más porque es un placer disponer de este tipo de lecturas.


Eduardo Halfon, Mañana nunca lo hablamos

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Sigo con un buen descubrimiento



 
No hace ni un mes que publiqué el comentario sobre el último libro de este para mí desconocido escritor guatemalteco. Ya anunciaba que seguiría leyendo su obra pues me parecía muy buen escritor y muy original.
Este Monasterio, aunque se trate de una novela corta (122 páginas), guarda estrecha relación con la colección de relatos que constituyen el libro que mencionaba antes. Se trata de un conjunto de fragmentos que tienen, al igual que en la anterior, como protagonista al propio Halfon y su condición de judío no ejerciente. La novela me ha encantado y me parece que estamos ante un gran escritor que, eso sí, creo que debe plantearse una obra más voluminosa y más consistente en la que pueda desarrollar la multitud de esbozos que hay tanto en el libro anterior de relatos como en esta novela corta.
Dos fragmentos de este libro me han llamado especialmente la atención:
 
“(…) un muro (se refiere al que está levantando Israel) es la manifestación física del odio hacia el otro. Una manifestación palpable, concreta, que busca separarnos del otro, aislarnos del otro, eliminar al otro de nuestra vista y nuestro mundo. Pero también es una manifestación a todas luces inútil: por más alto y grueso que se edifique, por más largo e imponente que se construya, un muro nunca es infranqueable. Un muro nunca es más grande que es espíritu del hombre que éste encierra. Pues el otro sigue allí. El otro no desaparece.” (p.100)
 
“Mi abuelo salió de Polonia en 1945, y jamás quiso regresar, jamás volvió a pronunciar una sola palabra en polaco. Vivió el resto de su vida en Guatemala ofendido con sus compatriotas, y con su país natal, y con su lengua materna. Los polacos, me decía, nos traicionaron.” (p108) (Desde hace tiempo siento una fobia un tanto irracional hacia los polacos de ahí la atención.)
 
Como hice con su libro anterior, prefiero dejar el enlace a dos buenos comentarios críticos, en El Cultural y en Unlibroaldía,  limitándome a recomendar la lectura de Halfon.
 
Eduardo Halfon, Monasterio

martes, 27 de octubre de 2015

Buen escritor guatemalteco




 
Me resulta muy difícil reseñar un libro de poco más de 140 páginas que contiene seis relatos, prefiero dejar dos enlaces a los buenos comentarios de Francisco Solano (Babelia) y Ascensión Rivas (El Cultural).
A mí el libro de Halfon me ha parecido magnífico. Me han gustado mucho los seis relatos tan diferentes entre sí aunque todos tengan como protagonista al propio autor. Particularmente, el dedicado al mundo de los cafetaleros, Han vuelto las aves, que tiene casi el formato de reportaje periodístico, o el titulado Arena blanca, piedra negra en el que refleja los problemas de la burocracia en la frontera con Belice, son los que más me han llamado la atención.
Excelentemente escrito y muy bien graduada la intensidad. Un libro muy recomendable y un autor que promete ofrecer muy buenos textos. De hecho ya tengo un libro anterior también de relatos y también de pocas páginas. Por cierto, se trata de un escritor guatemalteco.
 
Eduardo Halfon, Signor Hoffman