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miércoles, 19 de febrero de 2020

Inagotable Auschwitz




A pesar de lo mucho que he leído sobre el tema de los campos de concentración y de exterminio –como está reflejado en la entrada correspondiente de la sección del blog Mis temas recurrentes-, el tema nunca queda agotado, bien sea porque aparecen libros con reflexiones sobre lo ocurrido, bien, como es el caso, porque aportan vivencias desde otros puntos de vista. En este caso, se trata de un libro escrito por un médico holandés que, además, coincidió en el campo con su mujer con la que pudo tener algún tipo de relación.
En una Nota escrita por la familia para la presente edición se dice:

“Lo importante de Auschwitz: última parada es que fue escrito durante la guerra y en el campo de concentración. El texto ni se ha adaptado ni se ha visto influido por recuerdos cambiantes o por conocimientos que no se han adquirido hasta más tarde, tras la liberación, lo que convierte la historia en algo fresco y sincero, concediéndole un gran valor histórico.” (p. 236-237)

Esta es otra de las características del texto, su inmediatez que si bien le resta algo de agilidad en la narración, le confiere una gran verosimilitud y cercanía. También es bastante novedoso el hecho de utilizar un personaje ficticio, Hans, para erigirlo en protagonista contando la historia en tercera persona, en lugar de, como es lo habitual en este tipo de libros, contarla en primera persona como recuerdos o memorias que son. Se tiene así a veces la sensación de que se está leyendo una novela.
Es curiosa la historia de las ediciones del libro. La primera se hizo en 1946 en una editorial comunista que quebró enseguida con lo que el libro cayó en el olvido. Hasta 1980 no se volvió a editar en una editorial que pronto se arruinó y volvió a desaparecer. Ha sido ahora, 75 años tras la liberación, cuando se ha vuelto a reeditar a nivel mundial y expuesto por todas partes el cuaderno original en que fue escrito.
El libro tiene el valor testimonial que tiene todos estos libros. Aquí, además, está muy enriquecido por el hecho de que también estaba en el campo su mujer, Friedel, con la que se había casado recientemente durante la estancia de ambos en un campo de tránsito antes de ser deportados a Auschwitz. Precisamente será ella quien le cuente los experimentos para la esterilización que están haciendo en el block de las mujeres, a veces con imágenes muy duras. También se narra un interesante debate sobre el carácter científico de estos experimentos.
Dentro de ese carácter testimonial son interesantes las descripciones que hace, sobre todo al principio, de aspectos de la vida cotidiana: levantarse, lavarse, limpieza, hacer las camas, desayuno,…o la distribución “clasista” en las literas: arriba los prominentes, abajo la gente normal.
Además de lo referido por Friedel, no faltan otras imágenes sobre la dureza que aparecen más al final del libro. Así, un polaco cuenta las barbaridades que hacen los alemanes con los niños, o las narraciones de los supervivientes de Birkenau que se van encontrando cuando ya los SS han huido sobre el funcionamiento de las cámaras de gas y de los crematorios. No obstante, estos son temas bastante más conocidos porque han sido contados en muchos libros tanto de supervivientes como de investigadores.
En un libro como este no puede faltar una alusión, aunque sea mínima, a la responsabilidad del pueblo alemán. Así:

“- ¿Crees entonces que la responsabilidad es solo de las SS o, mejor dicho, del partido? – preguntó Kabeli-. ¿Son entonces ángeles el resto del pueblo alemán?
-Desde luego que no –admitió Hans-. Todo el pueblo alemán es responsable. Ahora están perdiendo la guerra y renegarán de sus dirigentes, pero si la hubieran ganado, nadie le habría preguntado nunca al Führer por los métodos que había utilizado ni dónde estaban todos los comunistas y los judíos.” (p. 222)

Un testimonio más que añadir a la ya larga lista de los existentes, eso sí,  con algunas aportaciones novedosas de las que ya he dejado constancia.
Hay una interesante reseña de Bruno Pardo en abc.es.

Nota: Que el tema no se agota lo demuestra que, en estos momentos, tengo tres libros recientes sobre el Holocausto en general y Auschwitz en particular en el estante de libros pendientes.

Eddy de Wind. Auschwitz: última parada. Cómo sobrevivir al horror (1943-1945). Traducción Julio Grande.


miércoles, 6 de julio de 2016

El primer testimonio de un tema inagotable




A lo largo de las 400 páginas de densa tipografía que componen el libro, la autora, una joven polaca detenida en 1942 por colaborar con la resistencia y que pasó tres años en el campo de concentración, va relatando la vida de las prisioneras, centrándose en la dureza tanto del trabajo como, sobre todo, en la gran cantidad de enfermedades epidémicas que había.
Apenas ofrece información sobre su persona y tampoco es habitual que aparezcan en el texto los nombres de otras prisioneras; no sucede los mismo con los de aquellos que tenían algún tipo de cargo ya fuesen prisioneros también o miembros de las SS.
El relato, como todos los que han tratado este tema, resulta bastante duro de leer en muchos momentos incluso para quien, como es mi caso, está acostumbrado a los horrores de esa época. Szmaglewska había publicado ya relatos antes de ser detenida y eso se nota en su escritura que no es la habitual en este tipo de textos. Está muy cuidada y por momentos adquiere un carácter muy literario.
Algunas cosas que me han llamado especialmente la atención: el hecho de que cuando se producían los despiojamientos –algo en principio positivo-, la mayoría perdían las pocas pertenencias que tenían; la interesante diferencia que establece entre organizar y robar o la escasa aparición de los crematorios pues hasta el capítulo 14 (página 301), que se lo dedica íntegramente, solo hay alusiones del tipo:

“Los largos días de verano pasan uno detrás de otro. Cada vez llegan nuevos transportes que, como generaciones que hubiesen cubierto su ciclo vital, van hacia el crematorio. Todo cambia sin cesar. El ritmo vibrante del exterminio acaba con todo aquello que el instinto humano de supervivencia había construido previamente.” (p.249)

Hay que advertir que la autora estuvo presa en la zona del campo donde se encontraban mayoritariamente alemanas y polacas, y menos de otras nacionalidades, pero no las prisioneras judías.
Aunque no son muy habituales, también hay algunas reflexiones de carácter más general como:

“Si alguien quisiera medir el comportamiento de los prisioneros en este período con parámetros y patrones de tipo político, si sacara conclusiones e hipótesis de carácter nacionalista, se equivocaría.
La muerte y la depravación generada por la guerra hacen desaparecer las fronteras “raciales” y nacionales. Entre la gente surgen divisiones de naturaleza muy distinta.” (. 307)

“Birkenau se ha convertido en una selva en la que resulta fácil perder el rumbo. Nadie es capaz de predecir cómo se comportará hoy ante un acontecimiento y cómo lo hará mañana. Tampoco puede decir nadie cómo reaccionará su vecino de la izquierda, y cómo el de la derecha, independientemente de su nacionalidad y raza. Aquí caen los caparazones de los principios, los moldes de las buenas conductas que a veces en una vida normal pueden ayudar a un hombre, a un don nadie, a atravesar muchas situaciones de manera ejemplar sin que se dé cuenta de que es un cero a la izquierda.” (p. 309)

En general, se trata de un libro interesante aunque quizá demasiado extenso ya que se repiten muchas veces las mismas escenas sobre todo cuando describe las diferentes epidemias que tuvieron que soportar. Seguramente se debe a que lo finalizó el 18 de julio de 1945 lo que indica que debió ser escrito, al menos en parte, mientras estaba en el campo y sucedían los hechos que relata.
Para quien no haya leído nada sobre el tema no es la mejor forma de introducirse en él; para quien sí lo haya hecho puede encontrar aspectos menos tratados en otros libros. En todo caso hay que insistir en que está especialmente  bien escrito.
Buena reseña de Cecilia Dreymüller  en elpais.com



Seweryna Szmaglewska, Una mujer en Birkenau

martes, 15 de septiembre de 2015

Recuerdos de niñez de Auschwitz




 
 Kulka es historiador y profesor emérito en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Además, uno de sus campos de investigación ha sido precisamente el antisemitismo y el Holocausto. Sin embargo, este libro es otra cosa. Dice en la introducción: “(…) durante una década (entre 1991 y 2001) hice unas grabaciones que me permitieron describir las imágenes que brotaban en mi memoria y explorar el recuerdo de lo que en mi mitología privada se llama “La Metrópoli de la Muerte, o con engañosa ingenuidad “Paisajes de Infancia en Auschwitz”. Esas grabaciones no fueron ni un testimonio histórico ni unas memorias autobiográficas, sino las reflexiones de una persona, entonces entre sus últimos cincuenta y primeros sesenta años de edad, dándole vueltas a la cabeza a aquellos fragmentos de memoria e imaginación aún pertenecientes al mundo de aquel asombrado niño de diez u once años que una vez fue.” (p.15)
El libro consiste así en un conjunto de recuerdos mezclados con algunas reflexiones hechas desde el momento actual. Por lo tanto, hay referencias a hechos concretos, pero siempre desde una lejanía lógica para el recuerdo de quien era un niño de tan corta edad. Hay algunas páginas muy emotivas como las que tienen a la madre como protagonista, pero a mí el libro no termina de llegarme. Seguramente se debe a que después de haber leído tanto sobre el tema es muy difícil encontrar nuevos registros. También a que tengo muy reciente el documental de Lanzmann El último de los injustos que, como ya comenté en el blog, tanto me impactó.
No obstante las críticas que acompañan a esta edición son muy favorables: “sorprendente e inclasificable…Excepcional”, “a la vez deslumbrante y tenebroso…”, ”Sencillamente extraordinario, “Magistral…Un texto estremecedor y sarcástico cuya lectura no deja indemne.”
Recomendable en  cualquier caso.
 
 
Otto Dov Kulka, Paisajes de la Metrópoli de la Muerte

domingo, 16 de agosto de 2015

Auschwitz con toda su crudeza


 
Aunque parezca que sobre Auschwitz está todo escrito, siempre se le puede dar otra vuelta de tuerca. Eso es lo que hace Sorel en este difícilmente clasificable libro. El protagonista, K, es un miembro de la orquesta del campo y nos irá narrando en primera persona a lo largo de cinco capítulos, secuencias las llama el autor, los diferentes componentes y momentos que forman y suceden en un campo de exterminio. Desde la llegada a la estación y la consiguiente separación, hasta los trabajos diarios de los que sobreviven y la espantosa muerte a la que son sometidos los que no. Lo hacen.
Un texto lleno de horrores que, además, Sorel no intenta ocultar,, sino todo lo contrario, como cuando escribe en la página 205 a propósito de los hornos: “(…) el fuego incendia con su fulgor la estancia, enrojece nuestros rostros pronto ennegrecidos, las llamas bailan y cantan en su jerga pidiendo devorar más cuerpos, cuando arrojamos éstos a su interior precipitan su vigorosa danza con cimbreantes movimientos, ensanchándose, crepitando conforme cruje la piel de la leña humana, sobre todo la de los más jóvenes y tiernos, la carne se va carbonizando y al fin la piel estalla, la grasa forma hileras en las paredes de los recintos, son las cabezas las que más tardan en consumirse,…”
Como se ve se trata de un libro cuya lectura no es apta para cualquier tipo de lector. Cuesta respirar a veces durante su lectura incluso para quienes, como es mi caso, han leído mucho sobre el tema, Párrafos extensos, sin puntos ni puntos aparte, solo separados por comas, con un afán en ocasiones expresionista, describiendo el horror.
Sorel se ha basado en una bibliografía que da al final y que recoge lo fundamental que hay sobre el Holocausto en general y Auschwitz en particular. De hecho hay frases que aunque no las entrecomille son típicas de Levi o Améry. También da varias citas textuales de diferentes autores sobre todo en el primer capítulo que, por cierto, es el que me parece más flojo ya que da la sensación de estar un tanto forzado (esa extraña relación con una mujer, Kyoko, que recogerá el manuscrito) y puesto ahí para justificar el nacimiento del texto.
La principal aportación de libro es conseguir dar una visión de todos los aspectos de la vida en el campo que no es fácil encontrar tan completa en los escritos hechos por los supervivientes. También es muy sugerente desde el punto de vista de su escritura y composición.
Especialmente interesantes me han parecido las páginas que dedica a la figura de los sonderkommandos y los debates que introduce en un par de momentos entre diferentes posiciones que mantienen algunos presos.
Recomendable lectura aunque, como advertía antes, no para todo el mundo.
 
 
Andrés Sorel, Último tango en Auschwitz

jueves, 9 de enero de 2014

Reflexiones sobre el Holocausto




El libro recoge un conjunto de conferencias y algún artículo del premio Nobel de literatura de 2002. Todos los textos son de los años noventa y, por lo tanto, previos a la obtención del premio. No tiene mayor importancia aunque lo resalto por la importancia que ya tenía este escritor húngaro.
El tema central en todo el libro es el holocausto. El autor, judío, estuvo en campos de concentración y desde esa experiencia hace unas reflexiones y algunas críticas sobre lo que ha sucedido con posterioridad en el tratamiento del tema. Reconozco que no siempre he sido capaz de captar la sutileza de su pensamiento, incluso cuando defiende una película como La vida es bella frente a La lista de Schindler, dado que tengo especial manía a la película de Benigni.
En todo caso, el libro está muy bien escrito y merece la pena su lectura porque, además, se sale de lo habitual en el tratamiento de este capital tema de la historia del siglo XX y, seguramente, de la humanidad.
Imre Kertész, Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura.

martes, 4 de octubre de 2011

Gran serie sobre Auschwitz




Hace poco tiempo tuve ocasión de poner en el blog el libro del mismo título escrito por el realizador de la serie, Laurence Rees. Si el libro me resultó interesantísimo, con la serie me está pasando lo mismo. Muy buena infografía para la reproducción de los edificios de distintos campos, testimonios apasionantes (incluidos los de miembros de las SS), desarrollo cronológico muy bien ordenado de todo el tema de la solución final,... En definitiva, y a falta de ver Shoah de Claude Lanzman, lo mejor que he visto sobre el tema.