Un planteamiento realmente original y novedoso para
criticar al estalinismo y dar una visión pesimista de lo que vendría después.
Sobre libros que traten de los campos de concentración
he escrito bastante en el blog. La última vez en este mismo mes al reseñar un
libro que describía el tiempo de ocio de los guardianes nazis donde comentaba la
originalidad del tema. Pues bien, mostrar la dureza, la brutalidad y la
inhumanidad de los campos desde la perspectiva y la visión de un perro guardián
me parece no sólo un gran acierto literario, sino también una forma indirecta
de acercarse al tema que podría haber facilitado su publicación en la URSS,
cosa que no logró. La primera vez que vio la luz el texto fue en Alemania en
1975.
Las andanzas de Ruslán, el perro protagonista, resultan
muy interesantes y curiosas. Su sometimiento al poder del amo, su “profesionalidad”
ante los prisioneros, la necesidad de que estos existan para justificar su
existencia, las relaciones con otros perros y la visión que tienen de ellos,
todo termina conformando una gran parábola de los campos y del futuro del país
una vez concluido el periodo estalinista.
Tengo que decir que comparto plenamente la visión que
intuyo tiene el autor sobre sus conciudadanos. Desde hace tiempo vengo
pensando, y en alguna ocasión lo he dejado escrito, que algo debe de existir en
la llamada “alma rusa” para que primero los zares, luego los comunistas y
ahora, voluntaria y democráticamente, Putin y compañía, los hayan tenido y tengan
sometidos.
Un libro muy recomendable.
Gueorgui Vladímov, El
fiel Ruslán
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