jueves, 13 de julio de 2017

"Combates" por la historia



Este es el tercer libro que publica Reig sobre el mismo tema y el tercero que leo. El primero, y para mí el más conseguido y el que mejor se ajustaba a sus fines y método, fue Anti Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España (2006) y el segundo, Revisionismo y política: Pío Moa revisitado (2008). En ambos trataba Reig de desmontar las múltiples patrañas y tergiversaciones que dicho “historiador” estaba lanzando en su prolífica producción historiotegráfica (calificativo que le viene como anillo al dedo). De estos textos no hay comentario en el blog porque se publicaron antes de su existencia. Es una pena porque me gustaron, con sus defectos,  bastante más que el que hoy comento.
El objetivo es el mismo de siempre: defender el verdadero trabajo historiográfico y criticar determinadas versiones de la II República, la Guerra Civil, el Franquismo y, ahora también, la Transición que se vienen dando últimamente con poco rigor y mucha ideología detrás.
A ello dedica Reig 500 páginas (459 de texto propiamente dicho) a pesar de la siguiente advertencia: “Así ahorramos papel, siempre limitado por los editores, no nos repetimos inútilmente….” (p. 314) (El autor se refiere a otra cosa pero es perfectamente válido para lo que comento a continuación).
En esto precisamente consiste el principal, que no único, defecto del libro, en el exceso y en la reiteración. Con bastante menos de la mitad de las páginas podría haber dicho lo mismo si no repitiese insistentemente las mismas ideas y los mismos calificativos a veces en la misma página. (Y eso que parece deducirse por lo dicho que quería ahorrar papel.)
Estoy totalmente de acuerdo con lo que pretende Reig. Yo también estoy cansado de ver en las librerías, sobre todo en las de los grandes centros comerciales, libros que está claro que no son de historia propiamente dicha aunque lo parezcan por el tema que tratan. Además, en muchos casos se convierten casi en superventas. El problema de un texto como el que comento es que para que sea realmente legible tiene que elegir mejor y ser capaz de sintetizar porque, de lo contrario, solo lo leeremos algunos convencidos como es mi caso.
Hay también otros aspectos que me gustaría comentar de forma crítica.
Reig critica abiertamente al principio del libro el uso de determinadas palabras (heurístico, holístico, epistemológico, etc) con la pretensión de aparecer como más científicos y él, no sé con qué pretensión, nos obsequia con términos como: eutrapélico o zurumbático. En el mismo sentido es capaz de poner un latinismo más o menos conocido al lado de expresiones como: “Vaya tontería, es de las de a kilo”.
Por otra parte, me parece un exceso especial el espacio, ¡80 páginas!,  que dedica a criticar a Jorge Martínez Reverte. De este escritor solo leí en su día una novela y algunos artículos en la revista Zona Abierta y no conozco nada de los libros sobre diversos aspectos de la Guerra Civil. Reig, saliendo en defensa de Ángel Viñas por un par de frases desafortunadas de Reverte, dedica palabras muy duras a alguien a quien, por otro lado, no mete en el mismo saco de los revisionistas.
Dejo para el final lo que me parece peor por desagradable y de alguna manera absurdo. Si ya ha calificado de neurótico y paranoico a Moa, también se arriesga con la siguiente generalización:

“Creemos que a (sic) la mayor parte de los autores que hemos examinado manifiestan un narcisismo incontrolable. Técnicamente se llama DPN. Las personas que padecen este síndrome carecen de la mejor empatía, manifiestan fuertes dosis de megalomanía. Necesitan ser reconocidos como el aire que respiran, ser admirados por encima de todo. (…) Este tipo de comentarios “psicológicos”, obviamente profanos, les pone histéricos a algunos de ellos (véase en concreto la reacción del señor González Cuevas), lo que es la mejor prueba de que efectivamente padecen una patología delirante.” (p. 454)

Creo que esto es ni más ni menos que caer de lleno en aquello que critica porque, ¿qué elementos tiene para hacer esas afirmaciones si, además, las califica de “profanas”?
Un libro así no merece estos exabruptos al final.
Evidentemente, el núcleo del libro y la idea que está detrás me gustan y particularmente me han interesado varias cosas: la estupenda síntesis que hace de los factores que explican el éxito de Franco; la relación de los mitos del franquismo y de los factores que explican su duración; y la crítica al libro de Juan Carlos Monedero sobre la Transición, si bien en este tema me hubiera gustado que hubiera tenido en cuenta otros textos bastante mejores, como por ejemplo Por qué fracasó la democracia en España de Emmanuel Rodríguez. Estoy de acuerdo con Reig en que los que ahora critican cómo se hizo la Transición no suelen considerar las condiciones en las que se hizo y la correlación de fuerzas (¡qué expresión tan típica de una época!) que había, pero también es cierto que en el momento actual el régimen que se construyó hace agua por muchos sitios y sería bueno un replanteamiento general.
También firmo todo lo que dice, y la pasión que pone,  en defensa de Manuel Tuñón de Lara gracias al cual empezó a gustarme la historia hasta terminar dedicándome a su enseñanza durante veinticinco años.
Nota al margen: un libro así no merece una errata como la de la página 157 en que aparece Federico, por Rodolfo, Martín Villa.
Un libro interesante a pesar de todo para los que disfruten con la historia e imprescindible para los amantes de la polémica.




Alberto Reig Tapia, La crítica de la crítica. Inconsecuentes, insustanciales, impotentes, prepotentes y equidistantes.

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