Como sabe quien siga con cierta asiduidad este blog,
soy un lector muy interesado por las experiencias de los que estuvieron en campos
de concentración sea cual sea el tipo de campo.
En este caso
se trata de cárceles y campos estalinistas de los que, como he dicho ya en
varias ocasiones, hay pocos testimonios. Ahora bien, el libro es muchísimo más
que eso. De hecho solo un parte del mismo se dedica a relatar sus estancias
como prisionera o desterrada en los diferentes lugares. Lo más relevante,
novedoso e interesante de este texto es el relato de su vida y, sobre todo, del
proceso de detención de su marido, el conocido intelectual y dirigente de la
revolución Nikolái Bujarin.
Impresiona la lectura de las páginas en las que se
ve cómo funcionaban las cosas en esa época. La arbitrariedad, el sinsentido, el
horror en suma que supuso el estalinismo. Éste es el gran valor del testimonio dado
por Lárina que, por otra parte tiene a mi modo de ver dos aspectos criticables desde
diferentes perspectivas. Por un lado, la dificultad en varias ocasiones de seguir lo que cuenta ya que va hacia
adelante y hacia atrás, y con nombres y organismos de difícil recuerdo. Por
otro lado se trata, evidentemente, de una defensa cerrada de un personaje que,
como explica muy bien Muñoz Molina en su espléndido prólogo, también tiene sus
sombras.
En esta edición hay también una larga e interesantísima
introducción del primer biógrafo de Bujarin, Stephen F. Cohen.
Un último comentario sobre el texto de la autora.
Sorprende poderosamente que, escribiendo en los años setenta, esto es, cuarenta
años después de sucedidos los hechos, pueda acordarse de algunos detalles tan
puntuales, pero aquí tengo que reconocer que no todo el mundo tiene mi penosa
memoria.
Creo que es un libro muy recomendable aunque a veces
sea un poco farragoso y excesivamente prolijo en los detalles, pero se extrae
un visión bastante buena de ese período, más o menos 1928-1938, tan nefasto
para la historia tanto de Rusia (y de la URSS) como de la humanidad.
Anna Lárina, Lo
que no puedo olvidar
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