Últimamente y en más de una ocasión me he
encontrado con referencias a Hamsum en
las que se hablaba de su influencia en escritores de la talla de Thomas Mann,
Herman Hesse o Stefan Zweig entre otros. A partir de ahí me entraron ganas de
conocer la obra de este noruego premiado con el Nobel de literatura en 1920.
He comenzado por una de sus novelas más famosas y,
creo, que la primera de su producción
pues fue escrita en 1890.
Realmente me ha impresionado. Una novela de cuyo
protagonista no conocemos ni el nombre ni la edad ni lo anterior de su vida; en
la que no hay una historia propiamente dicha ni una trama, es decir, todo
bastante inusual para una obra del siglo XIX y de ahí imagino la “modernidad” con la que se suelen referir
al autor.
La soledad en una gran ciudad, Christiania como se llamaba
entonces la actual Oslo, que el protagonista recorre permanentemente; su dedicación
en exclusiva a la escritura y la imposibilidad de subsistir lo que hace que el
tema recurrente a lo largo de toda la novela sea, como indica el título, el
hambre; el mantenimiento a pesar de todo de su dignidad, etc. son algunos de
los temas de una obra que de alguna manera hipnotiza y hace que estés deseando
continuar su lectura.
Un descubrimiento que seguro tendrá continuación con otras
obras de Hamsum.
Del prólogo de los traductores extraigo dos frases
que resumen muy bien aspectos de la obra.
“Hambre
es como una pieza musical, con variaciones sobre el mismo tema. Consta de
cuatro “movimientos”, y en todos se repite la misma historia, las mismas
sensaciones, los mismos encuentros. La obsesión del protagonista se refleja
también en la forma del relato, tan obsesiva y reiterativa que el lector
también llega a obsesionarse”. (p.15-16)
“(…) otro rasgo sobresaliente en Hambre: sus estremecedoras descripciones
del proceso de creación artística; primero de sus inmensas penas y torturas
cuando las palabras no le vienen, y luego de la embriagadora felicidad cuando
llega “el momento”.” (p.15)
Knut Hamsum, Hambre
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