viernes, 17 de junio de 2016

La importancia de la información (veraz)




Sigo desde hace mucho tiempo con atención y especial interés todo lo que publica Serrano sobre la información y la comunicación, y no es poco. Me ha enseñado varias cosas importantes: leer detrás de la noticia, dar importancia a la propiedad de los medios, poner en cuestión la mayoría de las “informaciones” que a veces me “tragaba” sin masticar, y, sobre todo, la importancia que para la construcción de una sociedad mejor tienen los medios convertidos realmente en un cuarto poder.
En este caso, el autor analiza los esfuerzos que muchos gobiernos están haciendo en Latino América para romper con los oligopolios mastodónticos que dominan la información en sus países. Para ello, en varios se han planteado una redistribución de los medios en tres tercios: uno privado, otro público (fundamentalmente a través de instituciones comunitarias) y otro estatal.
Divide su estudio en tres apartados. En el primero, basándose mucho en autores de la zona, analiza más bien teóricamente cuál es la situación y cuáles las necesidades de la información y la comunicación en esas sociedades.  En el segundo, el más extenso del libro, recorre lo que se ha hecho y sigue haciendo en once países de la región para romper con esta situación. Da información bastante exhaustiva, a veces en exceso,  de leyes y medios creados por parte de los diferentes gobiernos prestando especial atención a los casos de Venezuela, Ecuador y Argentina. En el apartado final, a mi modo de ver tremendamente interesante a pesar de su brevedad, realiza algunas oportunas críticas del funcionamiento de algunos de esos medios.
Creo que lo mejor será reproducir algunos fragmentos haciendo un breve comentario.


“El control y  la transparencia económica a la que se debe someter un partido político, cuyos ingresos están limitados y controlados, desaparece al tratarse de una empresa privada de comunicación, que puede manejar los recursos que considere y recibir libremente ingresos de anunciantes y accionistas. Además, la aureola de agente informativo neutral o imparcial con la que se presentan los medios resulta más eficaz para el convencimiento político que el discurso lógicamente sesgado de un partido.” (p. 24-25)

Esta afirmación es válida no solo para la región sino que es perfectamente aplicable a casos como el español y me atrevería a decir que el europeo en general.
Sin embargo, no termino de compartir lo que se afirma en los dos textos siguientes:

“¿Por qué no ha de tener derecho un presidente, o incluso un ministro, a dirigirse directamente a los millones de ciudadanos sin tener que atravesar por el criterio del periodista –o quién sabe quién- de una empresa privada que tiene un medio de comunicación? Para ello se necesitan medios públicos, que no existían en muchos países de América Latina o estaban prácticamente desmantelados tras los años del neoliberalismo.” (p. 49)

El artículo 28 de la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Comunicación firmada por Chávez en 2004, “penaliza los mensajes que “promuevan el odio y la intolerancia por razones religiosas, políticas, por diferencia de género, por racismo o xenofobia”, aquellos que “fomenten zozobra en la ciudadanía”, así como la información “falsa” (p.45)

Y no lo comparto, en el primer caso, por el peligro que supone de sobreutilización y manipulación a que puede dar lugar el hecho de intervenir sin ninguna posibilidad de réplica o de repregunta; y en el segundo, porque esa “zozobra” se puede convertir también en un mecanismo de abierta censura si no existen los controles democráticos bien establecidos.

Finalmente, encuentro de una gran honradez tanto profesional como ideológica hacer afirmaciones como las siguientes que corresponden al apartado final del libro, y que, sacadas del contexto, pueden ser perfectamente utilizadas y manipuladas para decir cosas con las que Serrano no estaría de acuerdo:

“En demasiadas ocasiones se optó por caer en desequilibrios y estilos similares a los de los medios privados, pero desde la otra orilla. Es decir, los nuevos medios no resisten caer en la tentación de compensar los desvíos de los medios de comunicación privados reproduciendo algunos de sus defectos.  Los profesionales, muy convencidos políticamente, muy militantes y muy indignados por décadas sufriendo los atropellos mediáticos de los grandes emporios, no pueden evitar la tentación de esgrimir los nuevo medios públicos como herramientas para el mero combate y revancha en lugar de construir nuevos baluartes de la verdad y del periodismo honesto.” (p. 245)

“Hay que evitar las tentaciones desde todos los niveles del poder político para utilizar en provecho propio los contenidos de los medios públicos en lugar de supeditarlos a la veracidad y el derecho de la ciudadanía a la información.” (p. 251)

Un gran trabajo el de Serrano que demuestra un gran conocimiento de la  región y pasión por la información y, si se me permite decirlo, por la verdad o al menos por intentar evitar la manipulación provenga de donde provenga.
Otro libro recomendable. También cabe aquí recomendar su sección,  “perlas informativas”, que mensualmente publica en eldiario.es.



Pascual Serrano, Medios democráticos. Una revolución pendiente en la comunicación

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