Sigo desde hace mucho tiempo
con atención y especial interés todo lo que publica Serrano sobre la
información y la comunicación, y no es poco. Me ha enseñado varias cosas
importantes: leer detrás de la noticia, dar importancia a la propiedad de los
medios, poner en cuestión la mayoría de las “informaciones” que a veces me
“tragaba” sin masticar, y, sobre todo, la importancia que para la construcción
de una sociedad mejor tienen los medios convertidos realmente en un cuarto
poder.
En este caso, el autor
analiza los esfuerzos que muchos gobiernos están haciendo en Latino América
para romper con los oligopolios mastodónticos que dominan la información en sus
países. Para ello, en varios se han planteado una redistribución de los medios
en tres tercios: uno privado, otro público (fundamentalmente a través de
instituciones comunitarias) y otro estatal.
Divide su estudio en tres
apartados. En el primero, basándose mucho en autores de la zona, analiza más
bien teóricamente cuál es la situación y cuáles las necesidades de la
información y la comunicación en esas sociedades. En el segundo, el más extenso del libro,
recorre lo que se ha hecho y sigue haciendo en once países de la región para
romper con esta situación. Da información bastante exhaustiva, a veces en
exceso, de leyes y medios creados por
parte de los diferentes gobiernos prestando especial atención a los casos de
Venezuela, Ecuador y Argentina. En el apartado final, a mi modo de ver
tremendamente interesante a pesar de su brevedad, realiza algunas oportunas
críticas del funcionamiento de algunos de esos medios.
Creo que lo mejor será reproducir
algunos fragmentos haciendo un breve comentario.
“El control y la transparencia económica a la que se debe
someter un partido político, cuyos ingresos están limitados y controlados,
desaparece al tratarse de una empresa privada de comunicación, que puede
manejar los recursos que considere y recibir libremente ingresos de anunciantes
y accionistas. Además, la aureola de agente informativo neutral o imparcial con
la que se presentan los medios resulta más eficaz para el convencimiento
político que el discurso lógicamente sesgado de un partido.” (p. 24-25)
Esta afirmación es válida no
solo para la región sino que es perfectamente aplicable a casos como el español
y me atrevería a decir que el europeo en general.
Sin embargo, no termino de
compartir lo que se afirma en los dos textos siguientes:
“¿Por qué no ha de tener
derecho un presidente, o incluso un ministro, a dirigirse directamente a los
millones de ciudadanos sin tener que atravesar por el criterio del periodista
–o quién sabe quién- de una empresa privada que tiene un medio de comunicación?
Para ello se necesitan medios públicos, que no existían en muchos países de América
Latina o estaban prácticamente desmantelados tras los años del neoliberalismo.”
(p. 49)
El artículo 28 de la Ley de
Responsabilidad Social de Radio y Comunicación firmada por Chávez en 2004, “penaliza
los mensajes que “promuevan el odio y la intolerancia por razones religiosas,
políticas, por diferencia de género, por racismo o xenofobia”, aquellos que
“fomenten zozobra en la ciudadanía”, así como la información “falsa” (p.45)
Y no lo comparto, en el
primer caso, por el peligro que supone de sobreutilización y manipulación a que
puede dar lugar el hecho de intervenir sin ninguna posibilidad de réplica o de
repregunta; y en el segundo, porque esa “zozobra” se puede convertir también en
un mecanismo de abierta censura si no existen los controles democráticos bien
establecidos.
Finalmente, encuentro de una
gran honradez tanto profesional como ideológica hacer afirmaciones como las
siguientes que corresponden al apartado final del libro, y que, sacadas del
contexto, pueden ser perfectamente utilizadas y manipuladas para decir cosas
con las que Serrano no estaría de acuerdo:
“En demasiadas ocasiones se
optó por caer en desequilibrios y estilos similares a los de los medios
privados, pero desde la otra orilla. Es decir, los nuevos medios no resisten
caer en la tentación de compensar los desvíos de los medios de comunicación
privados reproduciendo algunos de sus defectos.
Los profesionales, muy convencidos políticamente, muy militantes y muy
indignados por décadas sufriendo los atropellos mediáticos de los grandes
emporios, no pueden evitar la tentación de esgrimir los nuevo medios públicos
como herramientas para el mero combate y revancha en lugar de construir nuevos
baluartes de la verdad y del periodismo honesto.” (p. 245)
“Hay que evitar las
tentaciones desde todos los niveles del poder político para utilizar en
provecho propio los contenidos de los medios públicos en lugar de supeditarlos
a la veracidad y el derecho de la ciudadanía a la información.” (p. 251)
Un gran trabajo el de
Serrano que demuestra un gran conocimiento de la región y pasión por la información y, si se
me permite decirlo, por la verdad o al menos por intentar evitar la manipulación
provenga de donde provenga.
Otro libro recomendable.
También cabe aquí recomendar su sección,
“perlas informativas”, que mensualmente publica en eldiario.es.
Pascual Serrano, Medios democráticos. Una revolución
pendiente en la comunicación
Esta muy bueno
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