Quintans ha escrito un libro enormemente
comprometido y me atrevería a decir que muy necesario en estos momentos. Es una
biografía de Juan Carlos, pero es también en muchos aspectos un repaso a la
Transición y al papel que tuvieron en ella, que no siempre se corresponde con
el que nos han vendido, alguno de sus protagonistas.
Decía que es un libro comprometido
porque la autora no se casa con nadie y no se frena ante ningún tema aunque,
obviamente, en más de un caso hable de rumores o no termine de concretar las
implicaciones correspondientes porque no debe de tener los datos suficientes.
Es también un texto tremendamente duro
tanto con la figura del rey emérito como con el resto de su familia y con una
gran parte de quienes les han rodeado.
Así, se pueden leer cosas como:
“El amor al dinero y la falta de moral
a la hora de conseguirlo es sólo una parte, pero una pieza clave para el retrato psicológico del clan
borbónico.” (p. 578)
O lo que dice al referirse a la muerte,
al caer desde un balcón de su casa, de
la joven actriz Sandra Mozarowski que estaba embarazada parece ser que del
propio Juan Carlos:
“Fuera como fuera, nada hay que impidiera a
Juan Carlos, con la legislación que le protegía mientras fuera rey, cobrar
comisiones legales o matar a una amante molesta arrojándola por la borda de su
barco o desde el balcón de su casa. Porque ninguna denuncia habría prosperado,
ni siquiera se hubiera abierto ninguna investigación, La familia de Sandra
asumió un resignado silencio sobre todo el asunto. Y ahí sigue, enterrado en el
fondo de la memoria, esperando la mano que levante el veo.” (p. 353)
Como se ve, no le tiembla el pulso a
Quintans a la hora de contar y valorar las cosas.
Hay muchas informaciones en el libro
que me han llamado la atención porque las desconocía, en unos casos, o porque
no las recordaba, en otros. Así, la cantidad de apoyos y repasos que requirió
el futuro monarca en su educación; el papel de García Trevijano en apoyo de Don
Juan y en la Transición en general; la financiación iraní de la UCD; las
múltiples relaciones amorosas del rey, así como las también múltiples
relaciones comerciales; algunas actuaciones políticas de Felipe González o
incluso una cinegética consistente en cazar desde un helicóptero; la
interesante historia de Sabino Fernández Campo; algunas alusiones a la posible
homosexualidad del actual monarca, así como al papel que juega la reina Letizia,
etc.
Además de todo eso me ha parecido muy
bien trabajados y explicados temas como el 23 F o los GAL. En ambos casos
utilizando mucha información y sacando las conclusiones que parecen más
lógicas. Asimismo, la descripción cronológica que hace al final bajo el título
de Rosario de una abdicación anunciada
con apartados como: Misterios de la penitencia, Misterios del golpe de Palacio,
etc. me parece plenamente lograda ya que en apenas diez páginas tenemos una
panorámica de los últimos años que da mucho que pensar.
En definitiva, estamos ante un texto
relevante que, incluso con sus posibles errores, da una visión de nuestra
monarquía que se ajusta bastante a lo que debe de ser la realidad. Es una
edición corregida y actualizada de otro que la autora escribió hace unos años que creo recordar haber leído pero, craso
error, prestado.
No quisiera terminar sin dejar
constancia de algunos errores de otro tipo que contiene el texto y que creo que
obedecen a la ausencia de una última
corrección. Así, por dos veces se habla de José María Ansón cuando se le ha
mencionado en otra correctamente como Luis; se escribe “Espíritu del 12 de
Octubre”, por febrero, claro, o en más de una ocasión se utiliza la famosa, e incorrecta, expresión en “olor de multitudes”.
Obviamente, no son errores que tengan importancia, pero siempre es mejor que no
aparezcan.
En otro orden de cosas, tampoco me ha
parecido muy acertada la distinción semántica que establece al hablar de los “asesinatos”
de los GAL y las “ejecuciones” de ETA.
Hay una interesante entrevista con
Karina Sainz Borgo en vozpopuli.coml.
Rebeca Quintans, Juan Carlos I. La biografía sin silencios
Muy interesante. Y es que los Borbones siempre han sido muy de temer y mucho más el personaje retratado.
ResponderEliminarUn saludo.