La autora escribió y publicó este libro en 2005 a
instancias de gente amiga que le había oído contar multitud de anécdotas y le
recomendaron que dejase constancia por escrito. Ahora la editorial que creó a
finales de los 50, Lumen, lo reedita no sé si a rebufo del recientemente
publicado por el también editor Jorge Herralde, por cierto gran amigo de Esther
Tusquets.
El libro de Herralde, que he comentado hace apenas
dos semanas, es diferente de este en su concepción pues está hecho con
artículos, conferencias, etc., mientras que el de Tusquets fue escrito
específicamente para su edición.
A lo largo de los 27 cortos capítulos en los que lo
ha dividido, la autora va entremezclando anécdotas, que tienen relación en su
inmensa mayoría con su trato con escritores, con algunas informaciones sobre la
profesión de editor. Todo ello escrito de una forma muy ágil y con un estilo
bastante desenfadado y muy cercano a lo coloquial que hacen su lectura no solo fácil sino enormemente entretenida y,
desde luego, un placer para quienes somos aficionados a la lectura y conocemos
a prácticamente todos los personajes que se mencionan en el libro.
De lo que cuenta sobre la edición me han gustado
sobre todo las referencias a las traducciones y al papel de los agentes
literarios (aquí aparece muy destacada la figura de Carmen Balcells). Además,
me ha sorprendido la idea de que una editorial puede consistir, ni más ni menos,
que en un editor con una carpeta bajo el brazo en la que guarda los contratos
con los escritores.
Sobre lo que cuenta de los escritores tengo que
decir que incluso cuando a alguno lo pone mal –el caso de Cela es un buen
ejemplo-, termina salvándolo a partir de la idea de que también tuvo alguna
forma de amistad con él o ella. Habla magníficamente, entre otros, de Miguel
Delibes, Álvaro Pombo, Umberto Eco o Ana María Matute (esta fue realmente una
de sus grandes amigas). Mientras que Cela recibe un palo bastante fuerte sobre
todo por su egocentrismo y su afán por el dinero. De Vargas Llosa destaca su
perfeccionismo que le llevó a hacer múltiples correcciones de Los cachorros hasta el punto de que
quería hacerlas incluso después de publicado.
En fin, habla de muchos escritores en unos casos por
su relación profesional y en otros por la personal, pero siempre resulta interesante
lo que cuenta. Acompaña la edición un conjunto de fotos con varios de los
protagonistas.
Un libro se lee con gusto y apetece que
hubiera sido más extenso porque seguro que material tenía para ello.
Esther Tusquets, Confesiones
de una editora poco mentirosa.
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