Jordi Gracia, del que solo conocía su interesante opúsculo
Contra la izquierda recientemente
publicado, se despacha aquí nada menos que 641 páginas sobre la Transición o,
mejor dicho, principalmente sobre el papel de Javier Pradera como editor, pero
sobre todo como editorialista de El País,
en esa época. Realmente ha realizado un trabajo admirable para ir conectando
fragmentos de esos editoriales con los diferentes momentos del proceso.
El libro se promociona como una biografía de Pradera
y es que, efectivamente, tiene una parte de eso. Vemos a Pradera militando en
el PCE y colaborando con Semprún y Claudín en los momentos cruciales de
mediados de los sesenta, también se dan algunos detalles de su vida privada
(por ejemplo, su matrimonio con Gabriela, la hija de Rafael Sánchez Mazas), por
supuesto hay bastante información sobre su participación en diversos proyectos
editoriales: FCE, SigloXXI, Alianza, etc. Sin embargo, el núcleo fundamental
del libro está dedicado, como decía antes, a su labor en El País y, dentro de ella, a la época de los gobiernos socialistas.
Por razones de edad, una gran parte del libro se
corresponde con momentos importantes de mi vida y por eso el libro me ha
interesado seguramente algo más de lo que lo hará a un lector más joven. Así,
leo cosas sobre profesores que tuve en la facultad de Económicas como Gonzalo
Anes (por cierto que no me imaginé en su momento que colaborase activamente con
la oposición al franquismo) o Paulino Garagorri; veo publicarse libros que leí
por entonces, con especial interés por El pensamiento de Carlos Marx del
jesuita francés Calvez; descubro quién montó la librería La Tarántula en la que tantos ratos pasé y, sobre todo, en la que
me debió de despachar en algún momento nada menos que Rafael Chirbes que luego ha
sido uno de mis escritores favoritos; en fin, un libro en el que conozco a la
inmensa mayoría de los personajes que salen.
Todos los temas que se tratan en el libro son muy
interesantes, desde la crisis del Partido Comunista de 1964, a la del Partido Socialista
de 1979, pasando por los diferentes momentos de los gobiernos de Felipe
González. En todos, el eje sobre el que gira el texto es la posición de Pradera
en esos acontecimientos, y aquí la labor de Gracia resulta especialmente
encomiable porque ha sido capaz de articular muy bien fragmentos de sus
escritos según avanzaba en el proceso histórico. No obstante, se cura en salud
en varios momentos e introduce matizaciones del tipo de: “presumible editorial
de Pradera”, “tengo la certeza indemostrable del creciente papel de Pradera
durante este años en la fijación de los objetivos”, “ignoro si Pradera redactó la integridad del
editorial”, “Aquí he atribuido, conjetural y atrevidamente, a Pradera”, ”un
editorial con toda la pinta de ser suyo”, etc. En todo caso, esto no resta
verosimilitud a la inmensa cantidad de citas que reproduce.
De un libro así se pueden decir infinidad de cosas y
explicar aspectos que no se comparten del todo teniendo en cuenta que en varios
de ellos tuve implicación personal. Obviamente no es este el lugar adecuado
para hacerlo. Sí me gustaría destacar algunas cosas que me han llamado más la
atención: el hecho de que Gracia dedique muchas páginas a describir la crisis
de 1964 en el Partido Comunista y a hablar de Semprún y Claudín, pero apenas
explica el contenido de los debates; en otro orden de cosas, al hablar del
surgimiento de El País he descubierto
que al principio apoyaba a Areilza, luego a Fraga y, finalmente, a Suárez o
conocer que fue Soledad Gallego la que filtró el anteproyecto de borrador de la
constitución.
Por otra parte, reconozco que las páginas que dedica
al mundo editorial están entre las que más me han interesado. Tanto, que nada
más terminar este libro he comenzado a leer el que ha publicado en 2019 Jorge
Herralde sobre su labor de editor. (Incluyo en el interés la curiosidad de
conocer las cifras de venta de la caseta del FCE en la Feria del Libro de San
Sebastián de 1965).
Hay algo que se podría mejorar en la edición y es
que, teniendo un índice onomástico, carece de un apartado dedicado a las
fuentes y la bibliografía que se ha utilizado. De vez en cuando sí que aparece
mencionada alguna fuente, por ejemplo, “Un memorándum de Múgica que conozco por
la copia de Maravall.”, pero creo que es insuficiente para un trabajo de estas
características.
Una vez más me ha vuelto a suceder algo que me suele
ocurrir cuando leo sobre esa época: la sensación de pérdida de tiempo, la
cantidad de horas que se dedicaron a hablar y discutir sobre temas parecidos
“al sexo de los ángeles” (basta el ejemplo de alguien tan inteligente como
Manuel Sacristán escribiendo a favor de la revolución).
Al mismo tiempo se pueden encontrar reflexiones como
la siguiente de 1981 que parece escrita para hoy mismo:
“Lo peligroso es que frente a la “idea de España” como conjunto de
ciudadanos con un pasado conflictivo y dotados de la libertad de decidir su
futuro, ahora “campa la emoción de
una España definida como una sustancia ajena e independiente a los hombres y
mujeres que la habitan”, como si de veras la condición de español no fuera un
hecho sino el resultado“ de una educación sentimental obligada y coercitiva
para adecuarse a los valores unilateralmente dictados por una minoría que se
autodesigna veladora de esa esencia arbitrariamente definida”. El resultado es
que España se “convertiría en un
fetiche independiente de los españoles,
la mayoría de los cuales serían excluidos de su seno para ser ingresados en la
cárcel, refugiarse en la vida privada o tomar el camino del exilio.” (p 402-403)
(Subrayados en el original)
Un libro absolutamente recomendable aunque, por lo
prolijo y detallado en muchos momentos, no apto para cualquier lector.
Hay una magnífica y muy completa reseña de JoséAndré Rojo en elpais.com.
Jordi Gracia, Javier
Pradera o el poder de la izquierda. Medio siglo de cultura democrática.
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