Con bastantes libros
publicados ya en esta misma editorial, Anagrama,
sin embargo se trata de un escritor desconocido para mí, un error que espero
subsanar después de la lectura de esta magnífica novela.
El libro se divide en
tres partes, tres historias o, si se prefiere, tres momentos de una larga
historia.
En la primera parte el joven narrador cuenta algo que le sucedió a su abuela en 1941 cuando era
joven y, como él insiste, aún no era su abuela. Estaba enamorada de un joven y
se limitaba a verlo pasar delante de su casa y, eso sí, aprovechaba para frotarse
contra el brazo de los sillones. Ese joven se llamaba Videla y antes de nacer
él habían muerto Jorge y Rafael, los que hubieran sido sus hermanos mellizos.
Se confiesa cada vez que se produce la masturbación y el confesor le impone
penitencias crecientes, pero que siempre consisten en rezos de padrenuestros y
ave marías.
En la segunda parte,
se cuenta en tercera persona y minuciosamente la preparación de un atentado
contra el presidente de Argentina que tendría lugar en Aeroparque, el
aeropuerto para vuelos interiores que está dentro de la ciudad de Buenos Aires.
El atentado es un hecho real.
En la tercera y
última parte, un joven juega una partida de truco con su abuela y mantienen al
mismo tiempo una conversación que va sacando a la luz hechos del pasado.
Esto por lo que se
refiere al contenido de la novela, pero si ya son interesantes los temas, tanto
o más lo es la forma en que Kohan lo cuenta. En las tres partes, la historia va
avanzando paso a paso y a medida que lo hace se va intensificando la tensión y
la necesidad del lector de saber hacia dónde se dirige. Además, hay elementos
que se repiten de forma sistemática como los rezos en la primera, los manejos
del material en la segunda y los distintos avatares de la partida en la tercera.
Esto que podría despistar o romper la narración, creo que lo que hace es
intensificar el interés y, sobre todo en la tercera, la emoción por saber. Hay
que advertir, claro, que a quien no conozca el juego del truco –aquí, en
Mallorca, se juega mucho bajo el nombre de truc,
aunque yo lo desconozco totalmente-, se
le puede atragantar algún momento, se
trata simplemente de saltarse algunas líneas y seguir con la narración de
hechos que hace la abuela.
Como dice Ricardo
Baixeras, El Periódico, en el
fragmento que la editorial reproduce en la contraportada: “Prosa hipnótica. Un
escritor dueño de un universo literario y de un estilo propio; un escritor de
incuestionable firmeza.”
Desde luego, un
escritor que volverá a aparecer en el blog porque creo que merece la pena
conocerlo más en profundidad.
Hay una
reseña-entrevista de Leila Guerriero en elpais.com en el que habla de este
libro y también de otro publicado al mismo tiempo en Argentina inspirado en su
infancia.
Martín Kohan, Confesión.
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