Que Leila Guerriero es una gran periodista y una
magnífica escritora creo que pocos lo dudarán y no seré yo uno de esos, pero es
que, además, se une en ella una característica especialmente difícil de
conseguir: es capaz de hacer que el lector se llegue a interesar por cosas y
personajes que, al menos de entrada, parecería difícil. A mí me ha pasado
varias veces. Por ejemplo, he disfrutado con Opus Gelber, un libro entero dedicado a un pianista argentino
prácticamente jubilado; o con el festival de malambo al que dedica el libro Una historia sencilla; o con perfiles
como el de una diseñadora de joyas o una bailarina en Plano americano. En definitiva, tiene el inmenso mérito de lograr
ampliar el campo de intereses del lector, seguramente porque, como dice el
fragmento que la editorial reproduce del diario Clarín, escribe “Historias atemporales que nos recuerdan que
siempre es una aventura ponerse en el lugar del otro”
En esta edición ampliada de Frutos extraños, la primera se hizo en 2009, se recogen crónicas,
perfiles, conferencias y artículos de opinión escritos sobre todo en la primera
década del siglo, aunque se han incorporado varios textos posteriores.
El libro está dividido en tres partes.
En la primera, Crónicas
y perfiles, hay veinte textos con cierto predominio de perfiles tan
interesantes como los de Fito Páez, Facundo Cabral, un gigante de 2,30
convertido casi en un juguete roto, o el de un empresario de la carne, por
mostrar la variedad; y crónicas tan llamativas como las de una joven que mató
al bebé que nació fruto de una violación, el papel de la mujer en el negocio de
la venta directa o el de la que, algo más que presuntamente, asesinó a tres
amigas para ocultar cómo las había estafado.
La segunda, Discusiones,
es quizá la más personal hasta el punto de que aparecen datos biográficos de la
autora que nunca había leído en ningún otro texto. Hay crítica de un tipo de
turismo o también de los excesos que a su juicio se cometen en defensa de la
salud.
La tercera, Sobre
el periodismo, está dedicada a dar su visión de qué es el periodismo a
través de cinco textos de los que el último, una conferencia en México en 2018,
me parece uno de los más interesantes del libro; como también lo es la conferencia con la que lo abre, dictada en 2017 en Buenos Aires, Mi diablo, en la que explica muy bien y
con gran cantidad de ejemplos cuál ha sido no solo su trayectoria profesional
sino sus principales influencias.
Creo que con este breve muestrario de lo que contiene el libro ya sería suficiente, pero es que, además, y como siempre pasa con Guerreiro, si importante es lo que cuenta tan o más importante aún es cómo lo hace y qué método utiliza para obtener la información porque creo que esto es, al menos en parte, lo que explica su forma. Hablando sobre los perfiles, dice en un momento determinado:
“La pregunta, claro, es cómo se hace.
La respuesta es que no sé pero que, en todo caso, me sirve aplicar curiosidad, derrochar paciencia y cultivar discreción: preguntar como quien no sabe, esperar como quien tiene tiempo y estar allí como quien no está”. (p. 547)
Esto se puede apreciar si uno se fija detenidamente
en cada uno de los perfiles que hace, pero lo relevante es que el lector no se
da cuenta de su “no presencia” y, contradictoriamente, está al tanto de que está
allí junto al protagonista obteniendo todo lo que puede para componer ese
perfil y mostrárselo lo más completo posible al lector.
Es llamativa la poca presencia que tienen en sus
libros las referencias a la situación política tratándose de Argentina y de
escritos hechos muchos de ellos en
periodos de gran convulsión. Imagino que la autora quiere que así sea para no
complicar la recepción en un país tan polarizado políticamente como el suyo.
Desde luego, yo que soy alguien muy interesado por la historia y la política
argentina lo prefiero así.
De los libros publicados de la autora solo tengo
pendientes el último, Teoría de la gravedad, que recopila sus
columnas en El País que aunque leeré
no tengo demasiadas esperanzas puestas en él porque a mí de esta escritora me
interesan los textos extensos de largo aliento y no esas dosis homeopáticas; y
también me falta el primero que publicó, Los
suicidas del fin del mundo, totalmente agotado y que espero que alguna
editorial se anime a reeditarlo porque tiene que ser muy interesante. (Acabo de buscar en internet y veo que está en Tusquets.)
Si digo que es una escritora muy recomendable, me
quedo muy pero que muy corto. Creo que junto a su compatriota Martín Caparrós,
al que por cierto cita varias veces como maestro, componen una dupla de
escritores que están ofreciendo un periodismo de los mejores, si no el mejor, en lengua castellana.
Leila Guerrriero, Frutos extraños
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