Para este estudio los autores han utilizado todo tipo de materiales tal y como enumeran en el Prólogo:
“Escudriñamos en sus relatos y contrastamos con otro tipo de fuentes, como los informes policiales y archivos de hemeroteca, otros pandilleros y expandilleros, policías, jueces, fiscales, familiares, víctimas, forenses. Seguimos reuniéndonos con él cuando abandonó el débil resguardo que le daba el estado salvadoreño en su calidad de testigo protegido…” (p. 10)
Con estos materiales, y tomando como ejemplo y protagonista
al exmiembro de la Mara Salvatrucha Miguel Ángel Tobar, el Niño de Hollywood,
nos ofrecen una visión general del fenómeno de las maras en su país explicando
dónde surgieron y por qué, cómo se trasladaron a El Salvador y cuál ha sido su
actividad y su evolución posterior.
Para ello han dividido el texto en cuatro grandes apartados.
En el primero, narran su surgimiento en Estados Unidos, más en concreto en
California, y su posterior llegada a su
país. En el segundo, se centran en la figura de Tobar cuando está escondido
como testigo protegido y tienen varias entrevistas con él. El tercero les sirve
para resumir la historia del protagonista a través de epígrafes como: Traidor,
Forajido, Tregua, Infierno y Muerte. En el cuarto y último, muy breve, acuden a
ver su tumba en el cementerio.
Afirman también en el Prólogo que:
“Éste es un libro escrito en clave de periodismo narrativo.
Pretendemos abrir ventanas para que se asomen. Eso sí, lo que hay del otro lado
no es agradable.” (p. 11)
Dan así dos de las claves del libro. Su carácter más narrativo que ensayístico y, desde luego, lo poco agradable que resulta lo que se va leyendo. Hay mucha violencia implícita, pero también explícita, tanta que cuando leía lo que se narra en la página 167 tuve que cerrar el libro para darme un respiro, algo que no me sucedía desde que leí un libro sobre las matanzas en Ruanda.
Ese carácter narrativo es una de las grandes virtudes del
libro. Los hermanos Martínez escriben muy bien, son capaces de transmitir con
mucha claridad informaciones que no siempre son fáciles a pesar de que, como
advierten: “Contar esta historia tiene ese riesgo: enredarse. La maraña. Tantas
pandillas, tantos nombres, tantos deportados, tantas siglas, tantos apellidos
13, tanto recodo”. (p.97) Efectivamente, hay momentos en que un lector que no
conozca el tema, mi caso, se pierde un poco, pero no es demasiado importante
porque lo fundamental se sigue perfectamente y con la tensión de no querer
dejar el libro para seguir conociendo los diferentes aspectos que van tratando.
Además de narrar la actuación de las maras y del propio
protagonista, nos ofrecen informaciones realmente interesantes como son, por
ejemplo: el funcionamiento de las “casas de seguridad del estado” que hay para
los testigos protegidos, testigos que, por cierto, una vez testifican quedan
totalmente abandonados a su suerte; la creación de cárceles específicas para
pandilleros en las que, además, no se mezclan miembros de pandillas enemigas; la
relación entre los evangélicos y los pandilleros o todo el capítulo titulado la
Tregua en el que se muestra cómo triunfa la corrupción entre los políticos.
Libro fundamentalmente descriptivo de una realidad no solo incómoda, sino profundamente deshumanizada porque como dicen:
“Es una mafia, sí, pero sigue siendo una mafia de pobres. El
secreto está en que su sueño no es hacerse ricos, sino ser alguien. Ser alguien
distinto al que eran. Porque algunos de ellos, como Miguel Ángel, eran pobres
desde siempre, pero también humillados, hermanos de niñas violadas, hijos de
padres alcohólicos, nómadas. Eran basura.
Nadie en esta vida quiere ser Miguel Ángel Tobar.” (p. 113)
Sin conocer esos orígenes no se pueden entender muchos de sus comportamientos. Tampoco lo difícil que es salir aunque algunos lo consiguen. Así:
“Estos relatos los cuentan hombres y mujeres que los vivieron en carne propia. En su mayoría ya no están ligados a la pandilla más que por un lazo emotivo o a través de viejas amistades. (…) Algunos son maestros en escuelas primarias, otros son plomeros, hay quienes se dedican a predicar las virtudes de Dios desde sus iglesias pentecostales en los barrios olvidados de San Salvador o ciudad de Guatemala”. (p. 57-58)
Es un libro en el que nadie sale bien parado, desde las
autoridades de migración estadounidenses, a los policías, jueces y
representantes del estado salvadoreño, pasando, claro, por los propios miembros
de las pandillas. Un libro duro que habla de cómo un padre deja a su hija para
que sea violada por un mayor lo que lleva a su hermano, Miguel Ángel Tobar, de
solo 11 años a vengarla; en el que se cuenta que ya como testigo protegido
apenas recibe lo necesario para malcomer él, su mujer y su hija pequeña; en el
que se dan cifras de los muertos en El Salvador realmente dramáticas, las más
altas del mundo; un libro, en definitiva, en el que la pobreza, la violencia y
la muerte están permanentemente presentes. Es decir, un libro que no deja
indiferente.
Solo me queda dar las gracias a los autores por ser capaces
de enfrentarse a esa realidad de la forma en que lo hacen y de transmitirla de
una manera tan brillante.
Óscar Martínez y Juan José Martínez, El Niño de Hollywood. Una historia personal de la Mara Salvatrucha.
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