jueves, 31 de marzo de 2011

Andamio

De inauguraciones.
Andan estos días los políticos inaugurando como locos y me ha pillado en mi mensual visita a Madrid. Veo el telediario local de la 1 y en él a Alberto Ruiz Gallardón, primero en entrevista y luego, cómo no, en inauguración. Cito las cifras de memoria pero son bastante aproximadas: según el alcalde, cada madrileño debe por ser vecino del municipio unos 1900 euros, por ser habitante de la comunidad, algo más de 2000 euros y por ser español, más de 10000. Claro que lo que no dice es qué tipo de servicios presta cada institución. En la inauguración del día aparece el alcalde en la nueva rehabilitación del cuartel de Conde Duque realizada por la módica cantidad de 68 millones de euros y eso que se trata de un centro que ya estaba en funcionamiento y en el que, al parecer, sólo se han realizado mejoras y alguna ampliación. Por hacer una comparación, el centro cultural Niemeyer de Avilés de nueva construcción ha costado 44 millones. Por cierto, en el mencionado telediario aparece también Esperanza Aguirre inaugurando un centro sanitario con lágrimas en los ojos emocionada con la sanidad pública tras su reciente operación. Asimismo se entrevista en la calle a Tomás Gómez que contesta de una manera bastante precipitada. De no ser porque conozco perfectamente el tratamiento que dan a la información en Telemadrid, hubiera pensado que esa era la emisora que estaba viendo. ¡Qué diferencia entre ambas televisiones públicas! Y hablando de inauguraciones la mejor es sin duda la del “señor” Fabra del aeropuerto de Castellón sin aviones y, sobre todo, su recomendación de que vayan a pasear por las pistas ahora que se puede. El grado de cinismo de semejante personaje roza con lo esperpéntico, y encima cobra un sueldo público (que, por otra parte, no parece necesitar dada la inmensa suerte que tiene jugando a la lotería)


Otra vez a vueltas con Libia.
Se está produciendo un interesante fenómeno con la guerra de Libia. Muchos de los que estaban a favor, y muy enfervorizadamente, en el caso de Irak, ahora están en contra de la intervención en el conflicto civil libio; y otros también están a favor en este caso, pero diciendo que se trata de dos conflictos iguales y con resoluciones de Naciones Unidas en ambos casos. En el primer caso, se podría decir que es la extrema derecha (aquí disfrazada de liberalismo) la que mantiene esa postura y en el segundo, la derecha sin más. Creo que, independientemente de la opinión que se tenga sobre la intervención actual, se trata de casos muy pero que muy diferentes. Por un lado, su origen: supuesta existencia de armas de destrucción masiva y bases de Al Qaeda en Irak que hacían peligrar a occidente; ataques aéreos sobre la población civil en el caso libio. Por otra parte, las resoluciones de la Naciones Unidas: explícito y claro apoyo en el caso de Libia y muy interpretable en el de Irak (de hecho la mayoría de los especialistas coincidieron en que no autorizaba la invasión que se produjo). No obstante, hay que reconocer que en el caso de Libia parece que se está sobrepasando la raya de lo autorizado por la resolución, y que se ha cambiado el objetivo por la expulsión de M. Gadafi del poder. En una nota anterior defendí que algo había que hacer aunque ahora dudo de si se está haciendo lo más adecuado para resolver de verdad el problema. Por otro lado, la información que llega tampoco ayuda a que podamos comprender qué está pasando realmente.

¿Periodismo?
“La sociedad se rebela contra Calvo y su gestión a dos meses de las elecciones”. Titular a cuatro columnas de La Gaceta de Baleares del día 28 de marzo. Como he estado en Madrid el fin de semana, consulto en otro periódico, Diario de Mallorca, de qué puede tratarse y encuentro la siguiente noticia: Medio centenar de personas se manifiestan en Son Ferriol ante la alcaldesa de Palma contra la construcción del segundo cinturón. Así pues, 50 (o si fuesen 100, 200, 1000) de una población de 400.000 habitantes constituyen la “sociedad”. Dice Iñaki Gabilondo en su libro El fin de una época:” Uno puede ser un periodista de izquierdas, pero periodista. Periodista católico, pero periodista. Periodista del Opus, pero periodista. Incluso periodista masón, pero periodista al cabo”. La Gaceta se vanagloria, y está en su perfecto derecho, de ser un periódico de derechas. El problema está en dilucidar si lo que hace es periodismo.

Como se puede ver por entradas muy recientes, acabo de leer dos libros sobre el tema del periodismo y estoy especialmente motivado y atento a lo que veo y oigo. No pretendo que sean, ni de lejos, los dos únicos casos. Cada día nos podemos desayunar con otros muchos. Simplemente me han llamado más la atención por lo exagerado.

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