Wert. Nueva reforma educativa.
Si la gente de la calle supiera la cantidad de profesionales de la educación que desconocen el contenido de la reforma y que, a lo sumo, han leído algún recorte de prensa, se sorprenderían y pensarían que se trata de un colectivo despreocupado por su quehacer y poco profesional.
Y sin embargo no es así; precisamente porque les preocupa su profesión y su acción diaria, las reformas que desde hace ya años acometen los distintos ministros del ramo, les importan un bledo porque su experiencia les dice que no valen absolutamente para nada y, desde luego, no para lo que la administración dice que valen.
Nuevamente se pretende mejorar la calidad y para ello se implantan una serie de reválidas y, al mismo tiempo, se incrementa el número de alumnos por aula y se aumentan las horas lectivas del profesorado. No parece muy coherente.
En La Educación para la Ciudadanía se cambian contenidos para demostrar que, efectivamente, se trata de una asignatura ideológica. Se subvencionarán los colegios que segreguen por sexo lo que, eso sí, me parece una gran conquista social por aquello tan antiguo de “los chicos con los chicos y las chicas…).
Hemos asistido ya a tantos cambios y en su mayoría tan absurdos e inútiles que no nos queda sino dar la bienvenida al ministro Wert al panteón de políticos que creen que saben qué hacer para resolver los problemas educativos y que, como tantos otros, no tiene ni idea, ni consulta con los afectados, ni dialoga con representantes de los que tienen que poner en marcha las reformas; en definitiva, un déspota ilustrado más que le ha tocado en suerte a la educación.
Si será la educación algo importante pero al mismo tiempo irrelevante, que hasta Esperanza Aguirre fue ministra e intentó su correspondiente reforma. Yo, desde aquí, animo a mis excompañeros a seguir haciendo caso omiso de todo lo que venga de la administración demostrando así que se toman muy en serio su profesión.
Y sin embargo no es así; precisamente porque les preocupa su profesión y su acción diaria, las reformas que desde hace ya años acometen los distintos ministros del ramo, les importan un bledo porque su experiencia les dice que no valen absolutamente para nada y, desde luego, no para lo que la administración dice que valen.
Nuevamente se pretende mejorar la calidad y para ello se implantan una serie de reválidas y, al mismo tiempo, se incrementa el número de alumnos por aula y se aumentan las horas lectivas del profesorado. No parece muy coherente.
En La Educación para la Ciudadanía se cambian contenidos para demostrar que, efectivamente, se trata de una asignatura ideológica. Se subvencionarán los colegios que segreguen por sexo lo que, eso sí, me parece una gran conquista social por aquello tan antiguo de “los chicos con los chicos y las chicas…).
Hemos asistido ya a tantos cambios y en su mayoría tan absurdos e inútiles que no nos queda sino dar la bienvenida al ministro Wert al panteón de políticos que creen que saben qué hacer para resolver los problemas educativos y que, como tantos otros, no tiene ni idea, ni consulta con los afectados, ni dialoga con representantes de los que tienen que poner en marcha las reformas; en definitiva, un déspota ilustrado más que le ha tocado en suerte a la educación.
Si será la educación algo importante pero al mismo tiempo irrelevante, que hasta Esperanza Aguirre fue ministra e intentó su correspondiente reforma. Yo, desde aquí, animo a mis excompañeros a seguir haciendo caso omiso de todo lo que venga de la administración demostrando así que se toman muy en serio su profesión.
Manifestación (es)
No se contentan con meter el miedo a los posibles asistentes a las manifestaciones de septiembre con aquello de la posible presencia de grupos neonazis; ni con montar dispositivos policiales tan abundantes como poco preparados (o demasiado si uno es mal pensado); ni con criminalizar sin distinción ninguna a todos los manifestantes; ni con mentir al confundir un “rodear el Congreso” con su asalto;… No se conforman con nada. Esta derecha, y la derecha de la derecha (La Razón o S. Sostres por ejemplo) son insaciables. Querría poder prohibir el derecho de reunión y manifestación, pero como no puede por estar en el título I de la Constitución, utiliza el término eufemístico de “modularlo”.
Es realmente increíble que con la que está cayendo en España, con las cifras de paro que hay, con el impresionante paro juvenil, con las cantidades estratosféricas que habrá que dar a los bancos para evitar su caída y las pérdidas a sus accionistas, con los millones que se han llevado los como poco inútiles gestores de muchas cajas de ahorro, con los recortes del estado del bienestar que se producen cada semana, con las subidas de impuestos tanto estatales como municipales,… y para qué seguir; pues bien, con todo esto lo más que sucede es que de vez en cuando se manifiestan pequeñas cantidades de ciudadanos de forma en un 99% pacífica y respetuosa. Esta derecha que nos ha tocado padecer no tiene remedio.
Es realmente increíble que con la que está cayendo en España, con las cifras de paro que hay, con el impresionante paro juvenil, con las cantidades estratosféricas que habrá que dar a los bancos para evitar su caída y las pérdidas a sus accionistas, con los millones que se han llevado los como poco inútiles gestores de muchas cajas de ahorro, con los recortes del estado del bienestar que se producen cada semana, con las subidas de impuestos tanto estatales como municipales,… y para qué seguir; pues bien, con todo esto lo más que sucede es que de vez en cuando se manifiestan pequeñas cantidades de ciudadanos de forma en un 99% pacífica y respetuosa. Esta derecha que nos ha tocado padecer no tiene remedio.
Alguna recomendación
No está la cartelera para echar las campanas al aire, pero se puede ver algún ejemplo de cine europeo de un nivel bastante aceptable.
El nombre tiene gracia en algunos momentos y se pasa un buen rato. Lo mismo pasa con la última de Allen.
Headhunters y Amor bajo el espino blanco son dos buenas películas cada una en su estilo: un thriller noruego con sangre y una lenta y silenciosa historia de amor china.
El nombre tiene gracia en algunos momentos y se pasa un buen rato. Lo mismo pasa con la última de Allen.
Headhunters y Amor bajo el espino blanco son dos buenas películas cada una en su estilo: un thriller noruego con sangre y una lenta y silenciosa historia de amor china.
Desde aquí recomiendo la última que he visto: Mátalos Suavemente.
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