Vuelve Khadra a sus ambientes de la primera época, los
lugares de la marginación donde la lucha por la vida es lo único importante. No
se trata de una novela negra aunque haya algún muerto, sino de recrear una época,
la Argelia colonial de los veinte y treinta, en unos ambientes rurales y
urbanos –la ciudad de Orán en este caso- como los mencionados donde la pobreza
es un elemento fundamental y las posibilidades de salir a flote para un
indígena mínimas.
Se compone de tres partes cada una bajo el nombre de
una de las mujeres con las que el
protagonista mantiene algún tipo de relación. Las dos primeras me parecen las
más conseguidas y donde sale ese Khadra de la primera época que con muy pocas
palabras es capaz de transmitir muchas cosas, directo, neorrealista. La
tercera, en mi opinión, decae un tanto al quedar demasiado centrada en un
aspecto de la historia del protagonista.
Aparece la enorme capacidad narrativa del autor y la
riqueza en la creación de tipos humanos. También hay una fuerte carga crítica a
la presencia de los colonizadores y a algunos elementos del islam.
Novela muy entretenida como sucede con todas las del
autor y asimismo bien escrita y traducida. Me ha quitado el mal gusto que me
había dejado la anterior, la única que me había defraudado.
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