La semana pasada comentando Calletania del mismo autor ya avisaba de la pronta lectura de éste
por lo mucho que me había gustado. Son los dos únicos, que yo sepa, publicados
en España a pesar de que la editorial avisaba ya en 2008 de la publicación de
otras obras de Centeno.
Nuevamente me encuentro ante un libro reducido, 92
páginas y en formato pequeño, pero ante un gran libro. Novela aunque creo que
sería casi más acertado hablar de cuatro relatos con algún personaje en común.
Otra vez lo importante es la escritura, aquí un poco más tradicional que en el
anterior, la ambientación y el conjunto
de temas que, a veces apenas esbozados, componen el texto: el sexo con incesto
incluido, la insatisfacción o el mundo rural y el contraste con la bohemia de
París. Además, todos los personajes, incluso los que tienen escasa presencia,
tienen algo que puede llamar la atención y la sensación de que también ocultan
algo.
Absolutamente recomendable. A pesar de lo que tantas
veces he dicho en el blog sobre el tamaño de los libros, en este caso, desde
luego, me hubiera gustado una mayor extensión y desarrollo de alguna de las
historias y personajes.
Pongo dos enlaces, uno de una breve reseña en El País sobre este libro, y otro con una
entrevista muy interesante con el autor en la que habla también del libro. De ella entresaco alguna de las respuestas.
Eduardo Liendo dijo hace poco, a propósito de la reedición de Diario del enano, que cuando al autor se le presenta la oportunidad de reeditar hay quienes no lo tocan y otros que sí, porque es como cuando te dan una segunda oportunidad en la vida. Lo que trabajé fue el aspecto estilístico, la historia la dejé intacta, le imprimí un estilo que trabajé mucho tiempo después. Aunque no hay grandes variaciones puntualicé algunas cosas como la supresión de adverbios. Si tienes la oportunidad de editar toda tu vida, nunca publicas porque el trabajo de creación se basa en la sustracción, la tacha y enmienda, por ese empeño de volver sobre el texto y reacomodarlo.
¿Cómo es el trabajo de escritura en un texto diáfano y directo, pero lírico como Iniciaciones?
Me gusta trabajar aspectos como la aridez, el esperpento y situaciones sórdidas, pero el lirismo inmediatamente interviene. La apuesta lírica en el lenguaje es muy importante, dar esos giros, incorporar una imagen. Eso tiene mucho que ver con lo que hice en Calletania, una novela del barrio donde hay toda una incorporación de imágenes y metáforas muy precisas que van a perfilar mi voz. Meterme con situaciones muy duras, como lo hice en Bengala y salir relativamente ileso, es posible por el recurso de las imágenes.
¿Iniciaciones fue un intento por comprender a la "otra" Venezuela, la del interior del país?
Estaba escribiendo Calletania, donde venía trabajando el tema de la violencia y traté de romper con el concepto de que mi generación estaba dedicada a la narrativa urbana. Por eso Iniciaciones trata de comprender esa Venezuela profunda que todavía no terminamos de descifrar, aunque sea un escenario ajeno a mi experiencia vital. Siempre me ha atraído esa Venezuela del interior, que aún es desconocida por muchos de nosotros. Creo que sólo algunos escritores, muy especiales, la conocieron, como son los casos de Gallegos, Otero Silva y Díaz Solís.
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