Como se dice en la contraportada, este libro es un
fascinante ensayo sobre diversos aspectos de la vida de Joseph Roth. No se
trata de una biografía en sentido estricto, sino de contar, utilizando sobre
todo fragmentos de su obra, algunos elementos claves de su vida que también
ayudan a entender aspectos de su obra.
Se trata, como reza el subtítulo, de quince ensayos
biográficos que van desde la relación con su padre a la que mantuvo con su tío
y tutor tras el suicidio del primero; de la enfermedad de su mujer Friedl a los
diferentes momentos en su amistad con Stefan Zweig (esto ocupa 50 páginas en un
libro de 200, lo que da idea de la importancia que tuvo); de sus opiniones
políticas a sus problemas con la bebida y la salud en general. En este sentido
es muy típico el comentario que le hace Zweig en una de sus innumerables
cartas: “Usted sólo tiene un deber, escribir buenos libros y beber lo menos
posible, para que nos dure a nosotros y a sí mismo.” (p.109)
A pesar de que creo que he leído todos los libros
traducidos sobre la vida de Roth, en este he encontrado algunos aspectos que me
han resultados bastante novedosos. Así, es la primera vez que entiendo bien la
enfermedad de su mujer y la repercusión sobre la vida de Roth. También me han
llamado la atención los escritos que se transcriben con sus opiniones sobre el
socialismo, hechos, además, muy poco después de dejar de escribir en el
periódico de la socialdemocracia alemana, como por ejemplo este: “Mañana
empieza aquí el Congreso Socialista (…) Este sol implacable les saca a la superficie
su más íntima inmundicia (…) No saben qué obsoletos están.” (p.158). De la
misma forma su profundo sentimiento antiburgués, muy propio por otra parte de
quien no dejaba de ser un auténtico bohemio: “Apestaba el carácter viviente de
la burguesía.” (p.160) y, desde luego, su antisovietismo que se muestra con
diversos ejemplos. Especialmente significativo de su forma de pensar es la
siguiente frase: “La no violencia de Mahatma Gandhi me resulta tan cargante como
odiosa la violencia de Hitler. Las dos son inhumanas.” (p.111)
Ese carácter bohemio tenía su manifestación más
típica en el hecho de que prácticamente nunca vivió en un piso. Así: (En Berlín) la única época de su vida, que fueron cuatro
días, al final de la década de los treinta, en que Joseph Roth mantuvo un
apartamento propio…” (p.170), o: “Jamás he tenido, ya desde mucho antes de la
catástrofe, la capacidad de entender de muebles y cosas semejantes. Me cisco en
los muebles. Detesto las casas.” (p.172)
Como se ve, el interés del libro, sobre todo para
seguidores de Roth, es enorme. Además, Eduardo Gil, como escritor, ensayista y
traductor que es, ha hecho una extraordinaria selección tanto de textos de Roth
como de otros autores que han escrito sobre él; sus introducciones son
magníficas y no afecta nada a la comprensión de lo narrado el hecho de que no
se guarde ningún orden cronológico.
En fin un libro fundamental que a mí me ha
emocionado en más de un momento y que, una vez más me deja con una duda sobre
este gran escritor, ¿cómo pudo escribir tanto y tan bien con una situación
personal tan penosa?
Eduardo Gil Bera, Esta canalla de literatura. Quince ensayos biográficos sobre Joseph
Roth
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