martes, 16 de junio de 2015

Emotiva historia





Cómo he disfrutado leyendo este pequeño texto, 148 páginas, en el que se refleja de forma extraordinariamente bien contada el ambiente de los exiliados en esa ciudad costera belga en el verano de 1936. Aparecen intelectuales como el espartaquista Ernst Toller, los comunistas Arthur Koestler y  Egon Kisch, el monárquico Joseph Roth y, el siempre difícil de clasificar, Stefan Zweig.
Obviamente, a mí me ha atraído sobre todo lo que cuenta de los dos últimos ya que, además, creo que es lo que relata con mayor sensibilidad y hasta me atrevería a decir que cariño. De hecho la lectura de una de las últimas páginas, en la que habla de la relación entre Keun y Roth, me ha emocionado como hacía tiempo que no me pasaba leyendo un libro. Ese Roth enamorado del que Keun afirma: “(…) que nunca conoció, antes ni después, a un hombre con tanto atractivo sexual como Joseph Roth, esa noche, en el café Flore.”, me provoca una gran ternura, sobre todo, si al mismo tiempo veo la foto en la que posa junto a Zweig que es toda una muestra de cómo estaba ya en esa época. (Aunque no es la primera vez que lo hago, la vuelvo a reproducir en el blog.)
 
Es también un placer ver las relaciones entre esta gente exiliada de su país por su raza o ideología e imaginar lo que podría estar pasando por sus cabezas. Curiosamente, la mayoría no tuvo un final muy agradable –suicidados unos, asesinados otros-, ni muy tardío.
Son muchas las cosas que podría comentar del libro ya que estando juntos Zweig y Roth, dos de mis escritores favoritos, se me ocurren montones de cuestiones, pero creo que lo mejor es simplemente recomendar su lectura ya que, en definitiva, se trata de: “Un libro fascinante que dibuja la ciertamente clara, aunque cada vez más inquietante, atmósfera de aquel verano. Soberbiamente documentado y muy informativo (…) Weidermann es un excelente estilista.” (Die Welt, en la solapa)
 
Volker Weidermann, Ostende 1936, el verano de la amistad
 

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