Magnífico libro el de este músico, periodista y
escritor checo de origen judío que en 1938 se fue a vivir a los Estados
Unidos. Allí trabajó entre otros sitios
en las revistas Esquire y The New Yorker donde vieron la luz por
primera vez la mayor parte de los textos que contiene el libro, que fue
publicado como tal en 1948.
Los escenarios: París, Nueva York, Viena y diversos
buques de pasajeros en largos viajes transatlánticos.
La época: principalmente la segunda mitad de los
años veinte y algo también en la primera de los treinta.
Los personajes: el propio autor -pues de hecho se
trata de los recuerdos de su época de juventud-, como músico e incluso en una
ocasión como secretario de un diputado inglés, y junto a él toda una galería de
personajes de todo tipo como un pianista español, Sebastián, que es capaz de
quedarse dormido en cualquier sitio u otro pianista que para hacer una audición
a fin de obtener un puesto en la orquesta del barco utiliza una pianola automática
o, por encima de todos, ese Schostal organizador y director de la claque de
Viena.
Las historias: variadas aunque centradas en su
mayoría en el mundo de la música y los músicos fundamentalmente en las
orquestas de los barcos. Por cierto, pomposo nombre para conjuntos que no
solían sobrepasar los 3 o 4 componentes: piano, violín y chelo o contrabajo.
Veremos al protagonista buscando músicos para componer su orquesta o intentando
conseguir un violín en Yibuti (el suyo se había descompuesto con el calor) o,
en los tres artículos mejores del libro, participando en la claque de la ópera
de Viena y, claro está, viajando a lo largo y ancho del mundo haciendo música
para entretener las largas horas de inactividad de los viajeros.
Un libro muy especial porque está espléndidamente
contado, porque utiliza una gran ironía
y un fino sentido del humor, porque habla de una época y de unos lugares
enormemente interesantes, porque rebosa conocimiento y amor por la música,
porque leerlo resulta absolutamente delicioso (adjetivo este que no empleo
nunca, pero que no se me ocurre otro mejor para describir la sensación que
provoca su lectura).
Recomendable en cualquier caso pero sobre todo para
momentos de un cierto desánimo o malhumor.
Joseph Wechsberg, Buscando un pájaro azul
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