“Todas éstas son historias
verdaderas contadas de memoria, por lo que tenéis derecho a preguntaros qué es
la verdad y qué los recuerdos en un escritor de ficción que se encuentra en lo
que delicadamente podríamos llamar el crepúsculo de su vida. Para un abogado,
la verdad son los hechos sin adornos. Para el escritor de ficción, los hechos
son la materia prima; no su guía, sino su instrumento, y su labor consiste en
arrancarle música. La auténtica verdad no reside en los hechos –si es que
reside en algún sitio-, sino en los matices.” (p. 16)
Este fragmento de la
introducción nos sitúa muy bien en lo que consiste el libro: un conjunto de
recuerdos del autor que tienen que ver principalmente con la preparación de sus
diferentes novelas. Vemos así a Le Carré
viajando a Moscú, Berlín, Panamá, el Congo o Beirut entre otros lugares
para documentarse, pero también nos enteramos de que escribió sobre Hong-Kong utilizando
una guía de viajes. También conoceremos personajes reales que luego se
convertirán en protagonistas o secundarios en alguna de sus novelas.
Estamos ante un gran contador de historias y lo demuestra
con creces en capítulos como el dedicado a
su entrevista con Arafat o a la que tuvo con Sajárov. También se puede
apreciar su gran sentido del humor, del que hace gala especialmente en el
capítulo dedicado al rodaje de El espía
que surgió del frío sobre todo por lo que cuenta de Martin Ritt y
especialmente de Richard Burton.
El autor ejerció de espía
tal y como cuenta al principio del libro lo que de alguna manera le marcó para
siempre, pues como él mismo afirma:
“Cuando ya no pude negar la
realidad, seguí insistiendo en que yo no era un espía que se hubiera vuelto
escritor, sino un escritor que casualmente había sido espía. Pero el mensaje que me llegó como respuesta
fue más o menos el siguiente: olvídalo. El que ha sido espía una vez lo sigue
siendo toda su vida, y si no te crees tus historias, hay otra gente que se las
cree, así que ve acostumbrándote a que sea así.” (p. 250)
Casi al final dedica un
largo capítulo, el más largo del libro, a la figura de Ronnie, su padre,
alguien realmente peculiar y que necesariamente tuvo que marcar la vida de
David (el verdadero nombre del autor), como también tuvo que hacerlo una madre
que desapareció cuando él tenía seis años para no volver a aparecer hasta que
cumplió los veintiuno.
Un libro muy entretenido,
variado e interesante sobre todo para quienes sean seguidores de este gran
escritor como es mi caso (es uno de los que tiene una entrada en el blog en la
serie de “mis autores favoritos”).
John Le Carré, Volar en círculos. Historias de mi vida
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