Hacía mucho tiempo que no veía un nuevo libro de Claudel en las librerías. Hasta
ahora había leído los traducidos porque es uno de esos autores que muestran una
gran sensibilidad en sus historias y con sus personajes. Sin embargo, en este
caso no me ha gustado tanto como en los anteriores. También derrocha
sensibilidad, pero no he terminado de entrar en esta historia sobre el amor y
la muerte.
Las críticas que reproduce la editorial en la solapa
son, lógicamente, muy favorables como por ejemplo esta en La Presse: “Philippe Claudel firma una novela vibrante –de hecho,
muy vibrante- sobre el tema de la muerte.”
A mí, y ahí está el problema, no me ha resultado
así. Claro que tiene momentos de gran intensidad; la visita del protagonista a
su madre en la residencia es quizá el mejor momento de la novela o al menos el
que más me ha llegado, aunque en ello seguramente influye mi propia historia.
El libro está, eso sí, muy bien escrito como no
podía ser menos tratándose de Claudel, pero creo que está demasiado
descompensado en su diferentes historias sin que llegue a mostrar una unidad de
propósito o intención. Así, por ejemplo, no he terminado de entender las dos
relaciones que mantiene el protagonista. Por cierto que al principio me parecía
una obra de lo que ahora llaman faction,
tan típica de algunos escritores franceses, pero al final no sé si se trata de
eso o no.
Aunque no es lo habitual en este escritor, apunta
alguna crítica como esta referida al uso de las imágenes en la televisión:
“El realizador de la televisión italiana había
puesto en práctica ese tipo de gramática. El drama real no era suficiente.
Había que escenificarlo por medio de los encuadres, los valores de los planos
elegidos y la ordenación de los planos para exacerbar el horror y, sin duda,
hacerlo más consumible para el espectador, que ya no puede ver el mundo,
emocionarse, conmoverse, sin los estereotipos que le ofrecen las imágenes de
ficción desde hace décadas y que han modelado su cerebro y su sensibilidad.”
(p. 148) (Se está refiriendo a las
imágenes de una patera en el Mediterráneo.)
Seguiré buscando libros de Claudel a pesar de esta
pequeña decepción. El listón estaba muy alto y el autor quizá está ahora más
dedicado al cine, como su protagonista, que a la escritura.
Philippe Claudel, Bajo el árbol de los toraya. Traducción José Antonio Soriano Marco.
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