De un tiempo a esta parte es cada vez más frecuente
encontrarse con libros que novelan aspectos de la realidad o, como en este
caso, la biografía de algún personaje. A Hertmans le entregó su abuelo antes de
morir unos cuadernos en los que contaba su vida. Al pricipio decide no leerlos,
pero cuando al fin lo hace pasados muchos años, lo que encuentra le motiva para
escribir este libro que como dice la editorial en la contraportada: “Lo que el
lector tiene entre las manos son unas memorias que se leen como una novela, o,
si se prefiere, una novela que reconstruye una vida real”.
El libro se divide en tres partes muy diferentes. En
la primera, la más extensa, el autor cuenta los primeros años de la vida de su
abuelo y de sus antepasados. La profesión de pintor de frescos del padre del
abuelo le da pie para hablar mucho de arte (de hecho Hertmans fue profesor de
la Academia de Bellas Artes de Gante). Además de hablar del Gante de su abuelo
habla también del propio del autor lo que resulta muy interesante.
La segunda parte está escrita en primera persona y
consiste en la reproducción muy bien editada
de las memorias del abuelo durante la Primera Guerra Mundial. Aunque he
leído ya varios libros con ese tema y desde una perspectiva parecida, no dejan
de impresionarme las cosas que se cuentan. Además, Hertmans ha hecho una gran
labor y las descripciones son magníficas y no se oculta lo más desagradable
dejando escenas de gran crudeza. Lo más sorprendente –pero esto me suele pasar
con muchos libros de memorias-, es que el abuelo las escribe con setenta años y
sin embargo son enormemente precisas en los detalles tanto de los hechos como
de los lugares.
En la tercera parte se vuelve a la tercera persona y
se cuentan aspectos de la vida posterior. En este sentido llama mucho la
atención su segundo matrimonio con la hermana mayor de su primera esposa tras
la muerte de esta y algunos detalles que se dan de esta relación. Muy interesante
resulta lo que escribe sobre la faceta de pintor del abuelo y también las fotos
de alguno de sus cuadros.
He contado bastante del contenido del libro, algo
que no suelo hacer habitualmente, porque es una de las claves de su interés.
También hay que decir que está magníficamente escrito por quien parece ser uno
de los grandes escritores belgas de la actualidad. Además el libro ha obtenido
numerosos galardones.
Hertmans es un escritor de Flandes que escribe en
flamenco. Me ha llamado la atención la siguiente descripción que hace el abuelo
de la situación de los soldados, por soldados y por flamencos.
“Cuanto mayor era el sacrificio humano, más
insoportable resultaba el desdén de los oficiales francófonos, las vejaciones
públicas y el trato discriminatorio a los soldados flamencos. (…)
Mientras nosotros pasábamos días enteros al aire
libre con gruesos gorros de montaña y botas destrozadas envueltas en trapos de
franela, frotándonos los brazos y apretándonos unos contra otros para no morir
de frío y que no se nos cayeran los dedos por congelación, los oficiales
charlaban cómodamente sentados en granjas con buenas chimeneas.” (p. 279)
No sé si como he leído en algún comentario este
libro se convertirá en un clásico, pero sí que es desde luego de lectura muy
recomendable aunque en la primera parte hay algunos momentos en los que me ha
costado avanzar.
Stefan Hertmans, Guerra y trementina. Traducción Gonzalo
Fernández
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