Seguramente se ha traducido este libro dado el gran
éxito que ha tenido la publicación del último escrito por Vuillard, El orden del día, que ya comenté en el
blog, aunque fue escrito antes. Sin embargo, tras su lectura creo que no solo
es oportuna su publicación en castellano, sino que lo extraño es que no se
hiciera en su momento.
De la magnífica reseña hecho por Fran G. Matute para
elcultural,com reproduzco algunas frases que me servirán para mi comentario:
“
(…)14 de julio se me antoja más un ejercicio de estilo que una novela, propiamente
dicha, de tintes históricos.
Lo imagina (re
refiere al autor) uno apoyado, con los brazos abiertos, sobre una reproducción
fidedigna, a gran escala, de un plano del París de la época, rodeado a su vez
por todos los documentos históricos por él consultados, mientras vocea a quien
le quiera escuchar (cuando se entona, Vuillard puede llegar a ser de lo más
seductor) cada cruento episodio, señalando con el dedo cada calle, cada plaza,
cada fábrica, cada lugar donde se produjo una refriega.
Para bien y para mal, todo es sincopado en 14 de julio.”
Tres ideas que reflejan muy bien algunos aspectos
importantes del libro. Efectivamente, hay un ejercicio de estilo, pero también
mucho más porque en él se cuentan, como indica su título, los hechos que
sucedieron en torno a la toma de la Bastilla, ese momento paradigmático del
proceso revolucionario francés; se hace, además con un gran detalle y, lo más
novedoso e importante, dando el
protagonismo con nombres y apellidos –extraídos de los archivos
correspondientes- a quienes participaron en esa conquista. Al hablar de detalle
me refiero también a los diferentes recorridos a través de la ciudad que hacen
algunos de los personajes y que, dado mi desconocimiento de París, es algo por
lo que he tenido que pasar de puntillas.
El carácter sincopado que se menciona en la reseña
me parece unos de los aciertos del texto con sus continuas descripciones con
todo lujo de detalles y de contraposiciones. En este sentido la forma en que
Vuillard muestra las desigualdades existentes entre la burguesía y los
trabajadores por un lado y entre la corte, Versalles, y el resto de la sociedad
por otro, me parecen de lo mejor que he leído nunca sobre ese tema y, desde
luego, mejora lo que se ha escrito sobre el particular en multitud de libros
sobre la historia de la revolución ( y reconozco que, por razones
profesionales, he tenido que leer bastantes).
Claro que este tema de las desigualdades le sirve al
autor para decir en el último fragmento del libro:
“A veces, cuando el tiempo es demasiado gris, cuando
el horizonte es demasiado mortecino, deberíamos abrir los cajones, romper los
cristales a pedradas y arrojar los documentos por las ventanas.”
A buen entendedor…
Evidentemente, y como sucedía con el primero que se
publicó en España, Vuillsard demuestra que es un magnífico escritor y, en este
caso, hace una auténtica exhibición de lenguaje que, seguramente, habrá puesto
en apuros en más de un momento al traductor. Desde luego a mí como lector me lo
ha hecho y he tenido que acudir en varios momentos al diccionario, pero se hace
con gusto cuando ves que el escritor está haciendo un gran esfuerzo de
precisión o, como también sucede, está haciendo uso de su condición de poeta.
Para terminar dejo constancia de algunas expresiones
tomadas de algunas críticas hechas en Francia que la editorial reproduce en la
solapa: “Asombroso, literatura pura, relato épico, un grito de rebeldía, una
obra a la vez lírica y brillante,…”
Obviamente se trata de un libro muy recomendable
tanto para los interesados en la historia como para los que lo estén solo en la
literatura.
Además de la mencionada reseña, hay una interesante
entrevista de Elena Hevia con el autor en elperiodico.com.
Éric Vuillard, 14
de julio. Traducción Javier Albiñana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario