Si los libros de Ernaux son esencialmente
autobiográficos, este lo es exclusiva y plenamente. La madre tuvo Alzheimer y
estuvo primero en casa de la hija y luego en una residencia y un hospital. De
su estancia en este último surge el libro. Como dice la autora en la
introducción:
“Luego, cuando volvía de visitarla en el hospital de
Pontoise, necesitaba escribir sobre ella a toda costa, sus palabras, su cuerpo.
Escribía muy rápido, sumida en la violencia de las sensaciones, sin pensar ni
buscar un orden.
(…)
Las revelo tal y como fueron escritas, fruto del
estupor y el trastorno que entonces sentía yo. No he querido modificar nada al
transcribir aquellos momentos en que me quedaba junto a ella (…)” (p. 13 y 15)
Se trata, pues, de un texto que tiene mucho de
liberación tras pasar horas asistiendo a situaciones humanas no precisamente
agradables y al deterioro físico y psíquico de un ser querido. Como dice en un
momento determinado:
“Horror, demasiada degradación, demasiada
animalidad. Los ojos vagos, la lengua y los labios chupando, salientes, como
hacen los recién nacidos.” (p. 90)
Desde luego es un libro que no puede leer cualquiera
y que tampoco se puede leer en cualquier momento a pesar de que solo tiene 116
páginas y que se puede leer en muy poco tiempo. Yo lo empecé hace una par de
meses y lo dejé hasta que decidí hacer de tripas corazón y lo volví a coger
hace unos días.
Claro que, como pasa también con otros libros, la
historia personal tiene mucho que ver en esto. He tenido hace pocos años
algunas experiencias y momentos bastante parecidos a los que cuenta Ernaux y,
por otro lado, tengo al Alzheimer como la enfermedad que más miedo me produce.
Por eso, la lectura de un libro como este me resulta especialmente dolorosa y
muy dura de sobrellevar, pero quería hacerla y estoy contento de haber sido
capaz de terminar el libro.
Los dos aspectos más relevantes del texto son: la
relación madre-hija en la que se adivinan y se dejan entrever reproches y
tensiones antiguas y, obviamente, los estragos que provoca el paso del tiempo.
Algo que se saca de esta lectura es la necesidad que hay de una ley al menos de
eutanasia y muchísimo mejor sería llegar a aprobar el suicidio asistido. No es
muy entendible que a estas alturas de la civilización no podamos elegir el
momento en el que abandonar le vida si entendemos que esta no tiene ya la
dignidad que nos gustaría.
Si he recomendado hasta ahora los libros que he
leído de la autora, no puedo hacer lo mismo con este sin algún reparo: Como
decía antes, depende del lector y del momento.
Hay una reseña muy buena y completa de Marc Peig en
unlibroaldia.blogspot.com
Annie Ernaux, No
he salido de mi noche. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.
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