Ante un libro de 333 páginas dedicadas a un pianista
de música clásica argentino, Bruno Gelber, del que desconocía totalmente su
existencia, solo había una razón para animarme a leerlo: su autora. Hace algo
más de un año la descubrí a partir de un libro realmente magnífico, Una historia sencilla. Desde entonces he
leído algunos artículos suyos y me parece una grandísima periodista, en la
tradición de gente de su país como mi admirado Martín Caparrós.
Dice de ella Juan José Millás en la reseña de este
libro en elpais.com:
“Leila Guerriero
construye arquitecturas verbales en las que uno se quedaría a vivir. Sus libros
están llenos de pasillos, salones, cámaras, escaleras o cuartos trasteros por
los que el lector deambula asombrado, abandonándose a una sintaxis capaz de
descubrirle los secretos más recónditos del corazón humano. Nunca ha escrito
ficción, solo crónicas, columnas de opinión, perfiles…”
En este caso se atreve, tal y como reza en el
subtítulo, con el retrato de un personaje muy peculiar tanto por su historia
como por su personalidad. Gelber está considerado como uno de los cien mejores
pianistas del sigloXX. Ha dado más de cinco mil conciertos en 54 países y sus
interpretaciones de algunos conciertos de Brahms o Beethoven están entre las
consideradas mejores por parte de la crítica especializada.
Dio su primer concierto a los cinco años. Padeció
después la poliomelitis que le dejó secuelas en su pierna izquierda. Vivió 25
años en París, luego en Mónaco y, finalmente, retornó a Argentina. Vive en
Buenos Aires en el popular y algo degradado barrio Once en una mansión con una
decoración bastante recargada.
Guerreiro se estuvo reuniendo con él a lo largo de
un año a partir de septiembre de 2017. Además ha utilizado algunas entrevistas
hechas para la radio, la televisión y alguna revista. También, de vez en
cuando, reproduce algunas críticas, tanto positivas como negativas, sobre sus interpretaciones. Ha complementado
la información con entrevistas a algunos de sus colaboradores y amigos. De todo
ello queda constancia en el texto, así como de varias cenas que se
desarrollaron en la casa de Gelber de las que reproduce las conversaciones,
imagino que tras haberlas grabado con el consentimiento de los participantes,
sean estas más o menos interesantes.
El papel de la autora es fundamentalmente el de
notaria de todo lo que ve. Obviamente, en las entrevistas con Gelber pregunta,
pero de manera que lo que hace es dar pie para que el pianista se explaye, algo
por otra parte fácil de lograr dada la capacidad de hablar que demuestra a lo
largo de todo el libro.
Solo de vez en cuando intercala algún texto como el
siguiente:
“Él habla como cualquier persona de clase media
normal que ve la telenovela. Está más interesado en la vida de la nieta de
Mirtha Legrand que en cómo estuvo tal director.” (p. 185)
Con todo construye un libro que a mí me ha parecido
apasionante, no tanto por la vida y la figura de Gelber, que en parte también,
sino sobre todo por la capacidad de la autora de organizar la información y de
irla transmitiendo para que vayamos conociendo al personaje o, al menos, lo que
este se deja porque como dice casi al final:
“Un hombre de setenta y seis años artificiosos,
reiterativo, dueño de un arte magistral, preocupado por la línea de las cejas.
¿Qué es esto? Se acaba el tiempo para averiguarlo.” (p. 312)
Bueno, algunas cosas sí se conocen: su obsesión por
la estética, tanto la propia como la de la gente que le rodea; su
extravagancia; la dificultad para compartir
el espacio vital; su desacuerdo con el matrimonio igualitario y con el hecho de
que personas del mismo sexo se besen en
público; su pasión por la amistad y el fervor por el protocolo del que es un
reputado experto; un cierto aristocratismo y dandismo que, sin embargo, no le
impide vivir en el barrio en el que vive; algo tan chocante para la autora como
el desconocimiento de la existencia de las tortas fritas, el locro o el popular
tango Por una cabeza, tres cosas muy
populares en su país; etc. etc. etc.
¿Se termina de conocer al personaje al final del
libro? Seguramente, como se ha visto que
reconoce la propia Guerriero, no del todo. Hay aspectos de su vida, su
persona y su forma de entender algunas cosas que no se llegan a tratar
seguramente porque no haya querido Gelber. No importa, desde luego yo como
lector no pretendía conocer en profundidad al personaje. Mi pretensión era
disfrutar con una historia tan bien contada y con tantos matices por parte de
una periodista que es también una muy buena escritora.
Aparte de recomendar la lectura, recomiendo también ver en You Tube alguna entrevista con Guerriero sobre el libro y alguna interpretación de Bruno Gelber; merece la pena.
Ayer mismo comencé Plano americano, el libro
de entrevistas que publicó hace poco la
misma editorial.
Leila Guerriero, Opus
Gelber. Retrato de un pianista.
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