Claro que como dice la autora:
“Durante este último año, había dejado atrás más de 20.000
quilómetros de recorrido por fronteras territoriales de Rusia. Con ayuda de
vuelos interiores norcoreanos, trenes de alta velocidad chinos, lentos trenes
kazajos, autobuses, minibuses, caballos, taxis, cargueros, kayaks y mis propios
pies había viajado por catorce países y tres repúblicas secesionistas.” (p.587)
Es decir, que ha tenido tiempo para eso y también para disfrutar de unas experiencias tan variadas como únicas. Cuenta Fatland, además, con la capacidad de narrar muy bien lo que ve y lo que le sucede, así como también la de introducir informaciones históricas relevantes para comprender lo que ha sucedido después. A mí me ha descubierto todo un mundo con los conflictos históricos entre Suecia y Rusia desde hace siglos por el dominio del norte; o me ha demostrado que en todas partes cuecen habas cuando relata la “guerra de los monumentos” en Estonia que tantos parecidos guarda con cosas que pasan por aquí; también he conocido la utilización por parte de empresas noruegas de miles prisioneros soviéticos para construir los ferrocarriles en los años cuarenta del siglo pasado, por poner solo algunos ejemplos.
Desde otro punto de vista más antropológico es muy
interesante observar la enorme complejidad étnica del Cáucaso y los conflictos
consiguientes. Además, es importante también la presencia de multitud de
personajes históricos desde Gengis Kan a Putin, pasando por reyes históricos y
actuales dirigentes de muchos de los países que recorre.
Si a eso le unimos que se
completa la edición con unos mapas muy claros, un buen resumen de la
historia de Rusia y una breve bibliografía, vemos que estamos ante una obra muy
completa para acercarnos al conocimiento de esta inmensa zona que tiene
frontera con el mayor país de la tierra.
Por cierto, sobre lo que significa una frontera me parece muy acertado lo que dice en el siguiente fragmento:
“Cruzar una frontera es una de las cosas más fascinantes que existen. Geográficamente, el traslado es mínimo, casi microscópico. Solo te desplazas unos metros, pero de golpe te hallas en otro universo. Algunas veces, todo es absolutamente diferente, desde el alfabeto y la moneda hasta las caras, los colores, los sabores, las fechas importantes y los nombres remarcables que la gente conoce.” (p 218)
Aunque pueda resultar chocante, el título del libro que reproduzco más abajo es el de su versión original en noruego. Fatland ha querido dejar constancia ya en la portada de la cantidad de sitios que ha recorrido y sobre los que escribe.
Es muy significativo lo que comenta la autora en su nota
final de agradecimientos sobre cómo ha sido posible dedicar tres años de trabajo
a un libro así de los cuales 259 días los dedicó al viaje de investigación.
Visto desde España parece inaudito, pero ha sido la Asociación de Autores y Traductores
de literatura de no ficción la que le concedió una beca de tres años. Además,
Passa Porta, la casa internacional de literatura en Bruselas, le brindó dos
meses de estancia en su piso para escritores. En fin, más o menos lo mismo que por
estos lares.
Solo me queda insistir en la recomendación de la lectura de
este magnífico ejemplo de literatura de viajes y también del anterior de la
autora que espero que siga viajando por otros territorios y contándonoslo.
Erika Fatland, La Frontera. Un viaje alrededor de Rusia,
a través de Corea del Norte, China, Mongolia, Kazajistán, Azerbaiyán, Georgia,
Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Polonia, Letonia, Estonia, Finlandia, Noruega y
también el Paso del Noreste. Traducción Carmen Freixanet.
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