Como decía en una
entrada reciente, una de las maneras de conocer obras o autores es a través de
informaciones que oigo en la radio. Así he conocido a esta escritora mexicana
pero no precisamente por esta novela sino por Páradais, la última que ha publicado. Lo lógico hubiera sido, como
hago tantas veces, empezar por esta y luego si me interesaba ir leyendo libros
anteriores, pero como pude adquirir el que ahora comento al mismo tiempo he
preferido seguir el orden cronológico de la publicación. No sé qué tal será la
última, quien la comentó en la radio la puso por las nubes, pero sí puedo
anticipar que esta Temporada de huracanes
es una de las mejores novelas que he leído en los últimos tiempos.
La novela comienza con
unos niños que encuentran un cadáver en un río, pero no se trata de una novela
policiaca ni de un thriller. A partir de ese hecho, en los siguientes seis
capítulos vamos a conocer aspectos de la vida de la muerta, La Bruja, y de los
diferentes personajes que han tenido que ver con su muerte. La novela funciona
así como un conjunto de relatos que tienen en común la participación más o
menos activa en esa muerte.
Un elemento
fundamental de la historia es el lugar en el que se desarrolla: un pequeño
pueblo en el estado de Veracruz. Una población de gente bastante pobre,
desarraigada y cercana a la marginalidad. Un mundo de gran dureza y por
momentos extrema violencia en el que el machismo y la homofobia son la norma y
no la excepción; en el que el sexo y las drogas son dos de las formas de
escapar y la prostitución una forma de supervivencia económica. Un mundo donde
el aborto se practica con brebajes que están a punto de acabar con la vida de
quien lo practica y donde existe el “promotor del voto”.
Pues bien, la gran
virtud de Melchor es, además de imaginar ese conjunto de historias y de
personajes, ser capaz de dar con el lenguaje adecuado para cada uno de ellos.
En el libro no hay ningún punto y aparte y apenas puntos. Está construido a
base de frases larguísimas que, sobre todo al principio, no siempre son fáciles
de seguir máxime si el lector no es mexicano puesto que emplea gran cantidad de
modismos de los que muchos se entienden
por el contexto y otros, aunque no se sepa muy bien lo que quieren decir, no
importan demasiado para entender la historia.
Estamos ante una
novela en la que lo que importa no es la trama, sino la narración y la forma en
la que la autora ha construido la historia para hacernos ver una realidad que,
por la forma en que la refleja, supone también de alguna manera una crítica a
cómo las instituciones del país dejan que algo así exista. Y, desde luego, ante
una novela que va directa al hígado del lector que no puede permanecer
indiferente ante las situaciones que se narran. (Menos mal que solo tiene 200 páginas).
Como dice en su reseña
para elclaustro.edu.mex Silvia Andrea Castelán:
“Con cada relato embadurnado de un diferente hedor rasposo, Fernanda Melchor entierra un embudo por el que traspasa en un dos por tres un licuado de imágenes palpables y sumamente potentes directamente a nuestros cogotes. La autora no pasa por alto la oportunidad de echar un poderosísimo laxante que es el de retratar con toda la fidelidad que su pluma le permite la realidad de un país enquistado en la violencia e impunidad. Y vaya que el laxante funciona”.
A mí esta lectura me
ha recordado la también bastante reciente de Panza de burro de la escritora canaria Andrea Abreu tanto por el
ambiente en el que se desarrolla como sobre todo por la importancia que se da
al uso del lenguaje. Abreu ha hablado de hiperrealismo para describir tanto su
obra como la de otras autoras entre las que sin duda debe estar Fernanda
Melchor. Por cierto que comentando esto en casa, mi mujer, profesora de lengua
y literatura, me ha dicho que algo así es lo que siempre se ha llamado
naturalismo.
Ahora dejar pasar un
poco de tiempo para leer ese Páradais que tanto promete.
Hay también otra
interesante reseña de Selene Mazón en gatopardo.com.
Fernanda Melchor, Temporada de huracanes
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