miércoles, 18 de agosto de 2021

Otro buen descubrimiento


Mi afición a la literatura de viajes está de suerte últimamente. Hace poco dejaba el comentario de la última publicación de la estupenda viajera noruega Erika Fatland, a la que ya conocía por su anterior libro ,y hoy comento otro magnífico libro que supone el descubrimiento de otro gran periodista de aquí al que no conocía a pesar de que cuenta ya con bastantes publicaciones en las librerías.

Este libro se publicó en 2005 por primera vez y ahora se reedita. Los viajes que se cuentan los hizo el autor entre 2000 y 2001 con diferentes formaciones de un grupo de doce personas que participaron en el proyecto Pangea, viaje al fondo de los continentes, porque efectivamente se trataba de llegar a los lugares más bajos sobre el nivel del mar en todos los continentes con la excepción de la Antártida.

Viajaron al Valle de la Muerte en Estados Unidos, a la Laguna del Carbón en Argentina, al lago Eyre en Australia, al Mar Caspio en Rusia, al Lago Assal en Yibuti y al Mar Muerto en Jordania. De los 15 metros del Lago Eyre a los 411 del Mar Muerto, pero siempre, en principio, a los auténticos “sótanos” de cada continente.

Izagirre, y esta es una de sus grandes virtudes, no se limita a hablarnos solo del lugar objetivo del viaje sino que, muy al contrario, deja un conjunto de informaciones de todo tipo desde las meramente geográficas, a las sociológicas, políticas, históricas, etc,  además de conversaciones con gentes del lugar y sin que falte, obviamente, un montón de referencias a las propias vicisitudes de los viajeros como traslados dificultosos, lugares en los que pasar la noche,…(por cierto, hay que decir que en general las condiciones solían ser bastante penosas). La conjunción de todos estos factores es lo que confiere al libro el gran interés que tiene lo que, unido, desde luego, a la capacidad narrativa del autor, hacen que estemos ante uno de esos libros de viajes que hay que leer porque se disfruta de cada lugar y en cada página. Sin olvidar tampoco el peculiar sentido del humor que despliega a veces.

Sin entrar demasiado en los diferentes ”sótanos”, sí me gustaría, a modo de ejemplo, dejar constancia de algunas cosas que muestran muy bien cómo está confeccionado el libro. Así, por ejemplo, en el viaje al californiano Valle de la Muerte, dedica bastante espacio a la fiebre del oro desatada en el siglo XIX y también a la gran presencia de vascos en la zona como pastores. En Australia se centra mucho en las expediciones que se hicieron el siglo XIX al interior del continente que es un tema realmente apasionante, también explica el racismo histórico y el maltrato dado a los aborígenes  incluyendo el tema de la “generación” robada de la que tanto se ha hablado últimamente. Leyendo este capítulo me han venido a la mente muchas imágenes de los libros del gran escritor australiano Kenneth Cook del que he leído en menos de un año varios libros centrados precisamente en el outback del que tanto habla Izagirre. En Argentina hay poco de aventura y mucho sobre los argentinos. En Rusia, el capítulo más corto,  bastantes críticas a los rusos que viven en la zona y varias conversaciones. Y termina en Yibuti en el capítulo más duro climatológicamente hablando, dentro de un viaje en la que el clima siempre es muy extremo, y también en el que las condiciones de vida de los habitantes son las peores.

Hay una reseña de Diego González en fronterasblog.com que aunque es baste corta tiene el interés de que muestra fotos de algunos de los lugares del libro. Precisamente la única crítica que yo haría a esta edición del libro es la falta de un apartado bibliográfico y, sobre todo, de un pequeño reportaje fotográfico de unos lugares que tiene que ser realmente espectaculares.

Cuando al final del año haga mi lista de los mejores libros leídos, no faltará este como tampoco el ya citado de Erika Fatland. Ambos llevan la literatura de viajes a gran altura.

Obviamente, después de conocer a Izagirre he comenzado otro libro suyo esta vez dedicado al Tour de Francia. Por lo leído hasta ahora observo que es capaz de desenvolverse muy bien en otros registros. Gran periodista.

 

Ander Izagirre, Los sótanos del mundo.

 

 

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