Esta revista, que descubrí no
hace mucho y a la que me llevó el saber que estaban en ella gente como Mikel
Ayestaran o Xavier Aldekoa que son dos de los periodistas más interesantes de
la actualidad, está editando una interesantísima colección de libros en pequeño
formato, que aprovecho para recomendar encarecidamente, en la que se establece
un diálogo entre dos periodistas de dos generaciones diferentes y en el que
hablan de la profesión, de sus trabajos antiguos y actuales, de los problemas
existentes, etc. El último publicado es este dedicado a la fotografía o, de
forma más concreta, al fotoperiodismo.
Tengo que reconocer desde el
principio que no suelo ni siquiera mirar las fotografías que acompañan los textos
y que, por lo tanto, cuando veo la palabra fotoperiodismo casi tengo que acudir
al diccionario para saber en qué consiste. Esto ha tenido un doble efecto sobre
mi lectura del libro: por un lado, no he sido capaz de seguir bien varios de
los debates que tienen los autores, no he terminado de entender en más de una
ocasión cuál era realmente el problema, pero, por otro lado, este total
desconocimiento me incita a dedicar más tiempo a investigar sobre esa profesión
y a buscar imágenes y reportajes visuales.
Surinyach, por cierto una de
las fundadoras de 5W, y Tomasi hablan de multitud de temas, de muchos de los
conflictos en los que han intervenido, de sus reportajes sobre otros aspectos, de
sus trabajos en Médicos sin Fronteras, donde se conocieron y donde Tomasi ha
trabajado durante gran parte de su carrera. En todo ello se manifiesta de forma
muy clara el gran compromiso de ambos con la profesión y, sobre todo, con su
especialidad: el fotoperiodismo. Un compromiso que, viendo los temas a los que
han dedicado los mayores esfuerzos, se amplía a las personas que sufren por
diferentes razones. Por poner solo un ejemplo, me ha parecido muy interesante y
significativo el proyecto en el que está embarcada Surinyach, #Boza, que es la
realización de un documental sobre las migraciones hecho con los materiales que
graban los propios migrantes en sus travesías.
No quisiera finalizar este comentario sin dejar constancia de dos intervenciones de Tomasi que me parecen muy interesantes viniendo además de alguien que conoce muy bien ambos temas:
“-Eso es básico, la acción humanitaria tiene que ser profesional, porque hay unos estándares que hay que seguir. Es tal el caos que se forma, que como no tengas unos protocolos de actuación básicos todo se descontrola. He visto mucho caos en alguna crisis humanitaria en la que he estado, pero al segundo día de llegar MSF, si hay una buena gestión y una buena coordinación, vuelve el orden. Si el equipo es profesional, las cosas salen bien”. (p. 91)
“-Siempre digo medio en broma, que debo de ser uno de los fotógrafos que más hospitales ha fotografiado en África. En 25 años no ha cambiado nada, o muy poco. Siguen siendo las mismas caras. He visto cómo no se erradica la desesperanza, el dolor, la miseria. Seguimos estando como hace muchísimo tiempo. Mira el precio de los alimentos. Cuando ya se puede jugar en bolsa y los alimentos pasan a ser un elemento de transacción económica en la bolsa de Chicago, es una tragedia.”. (p. 121)
Esa defensa de la
profesionalidad me parece muy importante ante la proliferación de onegés
fundadas muchas veces simplemente para sacar algo de dinero para viajar y, al
mismo tiempo, lavar conciencias. El pesimismo que desprende la segunda cita,
seguramente es matizable, pero creo que tiene bastante de fiel reflejo de
muchas realidades.
Un librito muy recomendable,
como lo son los que forman el resto de la colección, sobre todo para quienes se
interesen por esa profesión y quieran conocer más a fondo cómo trabajan los
profesionales y qué les preocupa.
Anna Surinyach y Juan Carlos
Tomasi, El compromiso de la fotografía.
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