No soy lector habitual de diarios, de hecho solo
recuerdo haber leído los de Stefan Zweig publicados por Ediciones 98 a
principios de este año y no he comprado los que no hace mucho acaban de
publicarse en Acantilado porque los primeros no me resultaron especialmente
interesantes a pesar de que Zweig es, quizás, mi escritor preferido. No
sucederá lo mismo con el siguiente volumen de los diarios de Chirbes, cuya
publicación ya se anuncia en uno de los prólogos, porque estos sí que me han
interesado desde la primera hasta la última página. (Por cierto que Chirbes
está en la sección del blog dedicada a mis autores favoritos; es un escritor
del que he leído todas sus novelas).
Se recogen en esta edición
los diarios que, escritos en cuadernos diferentes, Chirbes anotó entre 1984 y
2005, y que revisó por última vez en 2014 lo que, de alguna manera, indica que
quería que fueran publicados póstumamente.
Esta edición se acompaña de
dos Prólogos escritos por Marta Sanz y Fernando Valls con un planteamiento muy
diferente en ambos.
Del segundo reproduzco dos fragmentos que reflejan muy bien el contenido del libro:
“En ellos se trata de lo
privado y lo público, de sí mismo y los demás, de sus libros, así como de
aquellos otros que lee, a menudo con pasión, sin ocultar casi nunca los nombres
de las personas y los lugares a los que se refiere, aunque las menciones a sus
amigos y allegados figuran, en muchas ocasiones, con iniciales que no corresponden
a su identidad”. (p. 45)
“Se trata, por tanto, de un diario de vida y cultura, a lo largo del cual nos llama la atención su pasión por lo vivido, la búsqueda del placer, su fascinación y profundo conocimiento de las artes”. (p. 53)
Además, el texto, como indica
el título, está dividido en dos partes.
La primera abarca los años 1984 a 1995, y la segunda desde este año hasta 2005.
Aunque esencialmente en ambas
aparecen los mismos temas, sí que se notan algunos cambios. Por ejemplo, hay
muchas más alusiones a sus relaciones amorosas y sexuales en la primera parte,
en la que hay momentos en los que escribe de forma muy explícita sobre estas;
también escribe más sobre sus diferentes problemas de salud y, obviamente,
queda muy reflejada su intranquilidad por las dificultades que tenía para
escribir novelas. Aquí hay que aclarar que se ganaba la vida escribiendo de
gastronomía y viajes para la revista Sobremesa
de la que, creo, fue también director.
En la segunda parte, habla
más de sus libros, de los problemas que encuentra a veces para escribirlos o de
los bloqueos que a veces se producen. Hay también reflexiones sobre la
literatura y muchos análisis de sus lecturas (estas también abundan en la primera
parte). En este sentido hay un autor que es el que más aparece a lo largo del
libro, me refiero a Hermann Broch. De él hay recogidas bastantes citas y además
da la impresión de que siempre fue un referente para Chirbes. Me resulta
curioso que de este escritor tengo desde hace tiempo dos libros entre los
pendientes: la Trilogía de los sonámbulos
y la colección de relatos Los inocentes. Cada
vez que los cojo para leer, no sé muy bien por qué me da una cierta pereza, así
que espero animarme después de ver la importancia que tenían para Chirbes.
De un libro así que, además,
tiene 465 páginas se pueden decir muchas cosas, dejar constancia de muchas
reflexiones, comentar alguna de las muy jugosas críticas que hace (ya salieron
en la prensa las que le dedica a Pérez Reverte o Muñoz Molina) porque es un
escritor que, como me imagino que nos pasa a todos, tiene sus filias y su
fobias (aquí también se podría hablar de algunas referencias a críticos) y,
finalmente, también sería interesante recoger las escasas pero acertadas
críticas que hace en el tema político o en el lingüístico.
Sobre todo esto hay bastante
información en las dos magníficas reseñas que enlazo a continuación: la de
Carmen Peire en inflolibre.com y la de Peio H. Riaño en eldiario.es.
Finalizo este comentario con un fragmento con el que me siento particularmente identificado:
“Me desespera la falta de
memoria. De las novelas, solo me queda el tono, la coloratura, el ritmo; a
veces, el destello de un personaje, una frase, una idea. Repaso libros que he
leído cuatro o cinco veces, y es como si fuese la primera vez que los abro”.
(p. 316)
De todas formas, por algunas
de las críticas y comentarios que hace, esto solo es una parte de la verdad o
lo escribió en un momento depresivo.
Este libro lo tiene que leer
toda persona que hay leído libros del autor. Va a descubrir muchas cosas sobre
su personalidad y sobre la trastienda de la escritura. Interesante, emotivo,
profundo, sincero,…
Rafael Chirbes, Diarios. A ratos perdidos 1 y 2.
Querido maestro: espero en breve uno de tus curradísimos post sobre Almudena Grandes. Te lo escribo aquí porque no he encontrado otra forma de hacerlo. Abrazos.
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