Tras leer hace muy poco Eva y las fieras, la última novela de
este escritor colombiano hasta ese momento desconocido para mí, me puse a buscar
su obra anterior y encontré dos, uno que gano el Premio Herralde de Novela en
2010 y esta que ahora comento.
Es absolutamente diferente a
la ya leída. Si aquella se basaba en hechos reales, en esta aunque sí aparecen
unos hechos que tuvieron lugar en París, la historia no tiene nada de real en
los hechos si bien sí refleja una forma de pensar de mucha gente. Además, si en
la anterior aparecían bastantes personajes y alternaba espacios y momentos
temporales, en esta hay un protagonismo casi exclusivo de un personaje
tremendamente obsesivo y xenófobo, tanto que controla el tiempo permanentemente
y lo mismo hace con sus vecinos, sobre todo con una familia de paraguayos.
La mayor parte de la novela
describe las obsesiones y las fobias contra árabes, negros, sudamericanos, etc.
A partir de un momento determinado se centra en la relación que establece con
Irina, la hija de la familia de paraguayos, con la que se había ido
obsesionando. Este cambio de perspectiva lleva aparejado también un cierto
cambio en los temas de la narración que pasan a centrarse en la pareja y, sobre
todo, en su relación física.
Todo esto está narrado por el
protagonista que se lo cuenta a Eva, su hermana muerta. Un protagonista que,
además, está preparando alguna acción en
línea con sus obsesiones.
A pesar de ser una novela
relativamente corta, tiene 190 páginas, creo que la podría haber acortado un
poco porque hay una cierta reiteración tanto en sus obsesiones como en algunos
momentos de la relación con Irina. (Curiosamente en mi comentario a su otra
novela decía que la podía haber alargado un poco más).
En todo caso es una historia
inquietante, bastante absorbente y aleccionadora (nadie está libre de alguna tendencia xenófoba).
Hay una buena reseña de RicardoBaixeras en elperiodico.com
Antonio Ungar, Mírame.
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