Caparrós es
uno de los escritores que más he leído en los últimos años. En el blog queda la
constancia de muchas de esas lecturas. Además, aparece también en la serie de
Mis autores favoritos. Es cierto que el Caparrós que más me interesa, y el que
más he leído, es el periodista. Libros como Lacrónica,
El hambre o Ñamérica creo que son lecturas indispensables para quien esté
interesado en el periodismo actual. Sin embargo, también me he interesado por
al menos una parte de su obra narrativa, desde Amor y anarquía hasta Echeverría,
que también tiene una gran calidad literaria e interés por los temas que trata.
En este
libro nos presenta a Sarmiento en su etapa presidencial de 1868 a 1873 y lo
hace a partir de unas memorias escritas en primera persona pero redactadas
realmente, siempre en la ficción, por
Aurelia Vélez Sarsfield, su amante en gran parte de su vida, subterfugio que
emplea el autor como queda patente a través
del apartado De mis notas que coloca
al final de cada uno de los seis capítulos en los que ha dividido el texto.
Desgraciadamente
no conozco lo suficiente la historia de la República Argentina para sacar todo
el provecho informativo y valorativo de un texto como este. Leí hace años
muchos libros sobre esa historia, pero no es mucho lo que recuerdo actualmente.
Sin embargo, al menos desde un punto de vista, no creo que sea necesario ese
conocimiento para disfrutar de esta lectura. Caparrós es capaz ya desde la
primera página de introducir al lector en el ambiente de la época y hasta me
atrevería a decir que en la mente del mismo Sarmiento. Un ambiente en el que
están presentes conflictos como el que enfrenta a unitarios y federales; en el
que está planteado el tema de civilización o barbarie (utilizando el lenguaje
del propio Sarmiento); y en el que siempre está la pugna por el poder con gente
como Mitre (Bartolo en el libro), Urquiza, Alberdi, etc.
Sarmiento
opta por los unitarios y por la civilización como afirma en el siguiente
fragmento:
“Es cierto:
no creo en este pueblo que he gobernado y con quien vivo. Querría que fuera
otro, y a eso dirigí buena parte de mis esfuerzos. Todo mi intento consistió en
civilizar al argentino. Convertir esa raza de pobres gauchos rebeldes perezosos
en ciudadanos de provecho, para ellos y para la sociedad.”(p. 151)
Para esa tarea civilizadora menciona recurrentemente la necesidad de la educación, tema al que dedicó energías y dinero. Curiosamente se muestra no solo reacio sino incluso adverso a la presencia de la religión, no en balde era masón aunque abandonó la logia durante el periodo de su mandato presidencial. Una religión de la que decía cosas como:
“Así que
llevo muchos años de alejamiento de esos señores tan orondos, tan seguros de
sí. No solo por sus intolerables pretensiones de organizarnos la vida, ni por
su éxito en manejar la de tantos incautos, ni por ese grito de “Religión o Muerte”
tan caro a don Facundo. Religión o muerte es una falacia: la y sería más apropiada. (p.193)
Más de una
vez a lo largo del texto insiste en su humilde origen. Así:
“(…) siempre
fui, sigo siendo, el hijo de una arriero y una tejedora de un pueblo de
provincias. Siempre fui, sigo siendo, de otra raza que los que gobiernan”. (p
27)
Y, a pesar
de ello, no puede evitar el elitismo tan general en el mundo en esa época y
afirma lo siguiente sobre el derecho al voto:
“¿Es, en
cambio, democracia dejar que una runfla
de analfabetos decidan cosas que les perjudicarían aunque ellos no lo sepan?
¿Habría que respetar, entonces, la prepotencia del número por sobre la solidez
del conocimiento y la dedicación? El sufragio debe ser universal, por supuesto,
solo hay que definir qué es el universo”. (p. 152)
Sé que
estamos ante un personaje polémico, pero ¿qué personaje de la historia de ese
país no lo es?. Da la sensación de que Caparrós nos muestra las mejores facetas
de Sarmiento, de que en el fondo comparte bastantes de sus puntos de vista (no
me refiero exactamente a los que acabo de mostrar) o al menos su visión
general.
Para
terminar quiero reproducir una frase del presidente que me ha llamado mucho la
atención:
“La
presidencia es para hombres casados. Sin eso, se transforma en una cárcel
célibe. ¿Cómo tener mujeres, aventuras, cuando estás en el lugar más público?
(p. 148)
Y digo que
me ha llamado la atención por la cantidad de casos de los que he oído hablar en
los que sucede todo lo contrario, esto es, la cantidad de aventuras que han
tenido presidentes de ese país y, por supuesto, de otros.
Un libro muy
recomendable. Muy bien escrito como es marca de la casa y con mucho interés
también por lo que nos cuenta.
Hay una
larga e interesante entrevista de Julieta Roffo con el autor en infobae.com y
una buena reseña de Nicolás Mavrakis en lanacion.com.ar. En ambas se puede obtener mucha información sobre el
contenido del libro.
Martín
Caparrós, Sarmiento.
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