Hace medio año que hice una entrada en el blog sobre el
autor comentando Buena suerte, el
primer libro que leía de Butler. Me gustó por lo mismo que me ha gustado este
que ahora comento: por los personajes que crea.
Al menos en estos dos libros el autor no construye una
historia compleja, ni tan siquiera con muchos hechos relevantes.
En este caso se limita a las relaciones de un señor de
sesenta años con su nieto, su mujer, la hija adoptiva de ambos y unos pocos
amigos. En una Nota del autor al final del libro dice que se ha basado en un
hecho sucedido en 2008, pero que, al mismo tiempo, es bastante habitual o,
desde luego, mucho más de lo que se supone. Obviamente, no puedo, o no debo,
decir de qué se trata.
Si la historia no tiene demasiadas aristas ni demasiados
conflictos, sí que tiene muy buenos diálogos y, sobre todo, esa capacidad de
narrar que hace que el lector siga lo que se le cuenta con interés y
disfrutando de lo bien contado que está todo. Además, como decía antes, tanto
el personaje del abuelo como el de sus amigos y el de los dos pastores que
aparecen están muy bien caracterizados. Dos pastores que tienen mucho que ver con
el título porque la novela tiene dos grandes temas: por un lado, una exaltación
de la amistad y la solidaridad y, por otro, una denuncia del fanatismo
religioso hecho, además, desde una posición alejada del maniqueísmo en el que
es tan fácil caer al tratar este tema (yo caería fácilmente por mi ateísmo y
anticlericalismo militante).
Si a estos temas se le añade la facilidad narrativa de
Butler, tenemos una novela que se disfruta desde el principio siempre que no se
espere una pieza con novedades estilísticas. Es una novela totalmente
tradicional en su estructura y su escritura, pero que puede gustar a un variado
tipo de lector.
Nickolas Butler, Algo en lo que creer. Traducción Álvaro Marcos.
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