Este es el segundo libro que leo de Ryan y me vuelve a pasar lo mismo que ya me pasó hace dos años con el anterior: me cuesta mucho comentarlo, como me cuesta comentar este tipo de novelas. Menos mal que hay gente que lo hace y muy bien como luego diré.
En poco tiempo he visto un par de películas
irlandesas que se desarrollan en el mundo rural y, por lo tanto, estoy
dispuesto a entrar fácilmente en ese mundo, en el que se desarrolla
esta novela.
Es una novela de personajes: un matrimonio, Paddy y
Kit, de sesentones; su hija Moll, una joven que en un determinado momento se va
sin avisar y no volverá hasta cinco años después; su “novio” Alexander; Joshua,
el hijo de ambos; los Jackman, vecinos
para los que trabaja Paddy y algunos más de menor importancia. Con ellos y a lo
largo de las cinco partes en que divide el texto, Ryan nos irá mostrando sobre
todo lo que significan el amor y el cariño.
La novela se inicia en la primera mitad de los
setenta del siglo pasado, pero luego en posteriores capítulos el tiempo será
posterior para al final volver al principio.
No se deben contar muchas más cosas porque la novela
tiene sus sorpresas.
Por si todo esto fuera poco, está lo que dice Raúl Jiménez en su magnífica y muy recomendable reseña en indienauta.com:
“Además,
la prosa de Donal Ryan es particularmente bella en Flores
extrañas, belleza perfectamente trasladada por la traducción de Ana Crespo. Rica
sin caer en la floritura o el regodeo al describir el glauco paisaje.
Meditabunda sin ceder al sopor de una excesiva languidez. Superando los
evidentes riesgos de convertirse en un relato sentimentaloide o «en sepia».
Capaz de adentrarse por bosques y senderos para servir de marco pastoril donde
la vida transcurre en toda su gracia y pesar”.
Porque, efectivamente, la
espléndida escritura de Ryan es una de las claves de esta novela que fue
considerada la mejor obra de ficción del 2020 en los Irish Book Awards. Y lo es
porque a través de ella muestra su enorme sensibilidad, logra una magnífica
ambientación y, por otro lado, la mayoría de las veces sugiere más que muestra.
En fin, solo queda recomendar su
lectura como ya hice con Un año en la vida de Johnsey
Cunliffe. Son
libros para paladear poco a poco, historias que se desarrollan de forma
tranquila, pero que tienen mucho fondo; en las que no hay grandes tragedias,
pero en las que fluye la vida y algunos de sus problemas.
Si ya he alabado
muchas veces a la editorial Sajalín por su colección Al margen, hoy toca
hacerlo por la colección Sajalín en la que también está publicando obras muy
interesantes y de gran calidad (por ejemplo, entre otros, todos los libros de
Ryan).
Donal Ryan, Flores
extrañas. Traducción Ana Crespo.
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