En el año 2021, entre agosto y octubre, leí los
tres libros publicados de esta magnífica escritora mexicana. Esto da una idea
del impacto que me causó ya la primera lectura. Imagino que no fui el único, ni
mucho menos, al que le sucedió lo mismo como indica de forma clara el hecho de
que ahora se edite la primera novela que escribió.
En esta primera obra ya están las principales
características de la escritura de Melchor que enunciaré con frases de los
fragmentos de críticas que la editorial reproduce en la solapa. Así: “El
uso del lenguaje que hace Melchor es lo más notable de su arte”. “Una evidente
capacidad fabuladora, pero, sobre todo, una vocación de estilo que sabe ponerse
al servicio de aquello que se cuenta.” “Al estremecimiento de los personajes
sigue el estremecimiento del lector”.
Lenguaje, creación de personajes, creatividad, etc.,
puesto todo al servicio de unas historias que llegan y que conmueven.
En este caso son cuatro los jóvenes protagonistas formados
por dos parejas de amigos. Dos, Andrik y Zahir, recogidos de la calle por su
“tía” Idalia. El primero dedicado a la prostitución. Los otros dos, Vinicio y
Pachi, en mejor situación pues el primero está a punto de ir a la universidad y
el segundo tiene trabajo, mujer e hija. Todos viven en un puerto y cerca del
mar y en todos está también siempre cercana la violencia, algún aspecto de la
marginalidad, las dudas sobre el futuro y todos arrastran algún momento
dramático en su historia.
Ahora bien, lo que da mayor valor a lo que cuenta
Melchor, siendo esto importante, es la forma de hacerlo, su estilo y su
lenguaje. Tengo que reconocer que hay momentos en los que me ha costado
entender algunos fragmentos pues, aunque soy un lector habitual de libros
escritos en Cuba, Perú, Argentina o Colombia, nunca me he enfrentado a un habla
coloquial tan difícil como la mexicana. Un ejemplo de este tipo de fragmento y
otro a continuación del estilo:
“
- Y pues, ahí estuvimos un rato, en las bancas de acá mero abajo. La gorda se puso bella con unas caguamas, pa’l susto, dijo, y poco a poco la flota fue regresando. Él Chagüis llegó madreado, contando que al Pepín, el sobrino de Briseño, el de la carnicería, lo apañaron los tiras y se lo llevaron a los separos.” (p. 113)
“
-
El que me hizo esto – dijo, y señaló su
boca con la misma mano que sostenía el cigarro. Una mota de ceniza cayó sobre
su camisa- . Fue un pinche chamaquito con una caguama. Un pinche escuincle
ñengo como de doce años. Estaba yo en la costera, chupando con unos valedores,
ya sabes, cada quien en su pedo, cada quien escuchando su música, u de pronto a
un cuate que estaba ahí al lado se le botó la canica y nos armó la bronca. Ya
os íbamos a dar el tiro cuando de la nada llega esta pinche chamaquito loco que
nadie había visto y que le revienta la botella en la cara a mi vale, y luego se
me fue encima a mí con el pico.” (p 224)
Un
libro que al margen de estas pequeñas dificultades se disfruta de principio a
fin. Evidentemente, tengo la impresión de que al tratarse de un primer trabajo
está menos depurado que los libros posteriores. De hecho es bastante más
extenso y, creo, que le sobra alguna página sobre todo en la parte central,
pero sigue siendo tan recomendable como los otros.
Melchor
es una gran escritora y espero que pronto aparezca un nuevo texto suyo.
Hay
una muy buena y completa reseña de Karen Mercado en criticismo.com.
Fernanda Melchor, Falsa liebre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario