Apenas ha pasado un año de la lectura de su primera
novela, Las malas, que me pareció una
muy buena presentación del mundo de la prostitución trans (hay que decir que Sosa
prefiere usar el término travesti y así lo hace también en la novela que hoy comento)
y ya se publica en España esta segunda novela -Sosa ha publicado también poesía
y relatos-, en la que de alguna manera el eje sigue siendo el mundo trans pero
desde una perspectiva muy diferente.
El ambiente en el que se mueven los protagonistas es
ahora un ambiente burgués. Se trata de un matrimonio formado por una travesti, la
actriz, (en el libro no hay nombres propios), el esposo, que es un abogado gay,
y el hijo adoptado de ambos que es un niño con VIH (un niño cuya madre se
suicidó y su abuelo mató a la abuela para luego suicidarse también). Como se ve
nada demasiado habitual. Además, el matrimonio mantiene una “relación abierta”.
Los primeros capítulos están centrados en la relación
de la pareja y en otros vínculos que forman. Sin embargo, lo que me parece más
logrado de la novela es a partir del momento en que aparecen con protagonismo
los miembros de la familia de ella: una madre medio hippie con la que mantiene
una mala relación y que le quemó la mano siendo niña, un padre poco activo y un
hermano y una cuñada bastante impresentables. En la interacción entre estos
personajes está, para mí, lo mejor de esta, por otra parte, muy interesante
novela.
Sosa escribe muy bien como ya demostró en su
anterior novela. No se corta en las escenas de sexo y combina muy bien el
tiempo presente con algunas vueltas al pasado.
Para saber más sobre el contenido remito a una
magnífica y muy completa reseña de Mariana Figueroa Dacasto en ladiaria.com.uy.
Camila Sosa Villada, Tesis sobre una domesticación.
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