martes, 27 de septiembre de 2011

ANDAMIO

La política me parece muy tonta, muy simple: exige que uno piense que tiene la razón y que el contrario está equivocado.. (…) Soy una rara mezcla: alguien lleno de opiniones políticas que al mismo tiempo tiene muy poco respeto intelectual por la práctica de la política.
Jonathan Franzen, El País Semanal, 18.9.2011

Los que malgobiernan nuestros asuntos acallarán nuestra crítica pretendiendo que ellos mismos tienen datos que no están disponibles para el resto de nosotros. Y sé que es fatal retarles en su propio terreno. Nuestra mejor arma contra ellos no es acumular hechos, de los cuales ellos son los verdaderos gestores, sino pasión.
Chinua Achebe, Termiteros de la sabana


La política y los políticos.

Vaya por delante un declaración previa: soy demócrata, creo que la democracia es, hoy por hoy, el mejor y el único método de gobierno y de resolución de los conflictos, pero también creo que la democracia tal y como está actualmente precisa de una serie de modificaciones que la hagan mejor, más participativa, más cercana al ciudadano, en una palabra, más real y menos formal. No es ahora mi intención entrar en el tema de las modificaciones que podrían y/o deberían hacerse para lograr esa mejora. El movimiento del 15M ya está haciendo propuestas en ese sentido. Lo que pretendo hacer a continuación es analizar cuál es la situación de nuestros políticos, de nuestra “clase” política y ver algunos de los muchos vicios de que adolecen.
La inmensa mayoría de los políticos que tienen intervenciones públicas y, desde luego, los de los principales partidos de gobierno sea a nivel estatal o autonómico suelen poseer una gran parte, si no todas, las características que pondré a continuación.
En primer lugar, “al enemigo ni agua”. Es prácticamente imposible escuchar del oponente político que algo esté bien hecho. No hay tregua, no hay descanso en esa campaña electoral permanente que parece nuestra política. La cantidad de ejemplos es tan inmensa que no hace falta poner ninguno.
En segundo lugar, la bíblica, “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” o la actual y más prosaica,”y tú más”. De nuevo los ejemplos se pueden encontrar con abrir cualquier día cualquier diario o cualquier noticiario de televisión. A mí me parece la característica más común a todos.
En tercer lugar, “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Existe el voto cada cuatro años y, como se trata de un sistema de democracia representativa, durante ese período los elegidos actuarán en nombre de los electores. Tal y como se aplica esta máxima, los políticos consideran menores de edad a los ciudadanos. El ejemplo más reciente ha sido la modificación de la Constitución consensuada por los dos partidos mayoritarios, sin que nos haya comunicado nadie cuál es la causa de la urgencia. (Se habla de una “recomendación” de Angela Merkel para tranquilizar a los mercados, pero…)
En cuarto lugar, “los trapos sucios se lavan en casa”. El debate en el seno de los partidos ha desaparecido y solamente reaparece en los casos de fuerte crisis interna generalmente después de un fracaso electoral, así que ni siquiera se lavan dentro de casa. Ni que decir tiene que hacia fuera todos tienen la misma voz; aquí la existencia del famoso “argumentario” provocaría risa si no fuese algo tan representativo de la poca capacidad y personalidad de nuestros políticos. Produce lástima escuchar a uno tras otro utilizar el mismo argumento prácticamente con las mismas palabras, teniendo en cuenta que son personas a las que se les supone un nivel determinado.
En quinto lugar, “estoy al servicio de… (mi partido, los ciudadanos, etc.)”. Éste es otro de los grandes tópicos y, seguramente, es lo que creen de buena fe la mayoría de los que se dedican a la política, pero también es lo que no hacen muchos de ellos. No hay que acudir a los ejemplos de corrupción para comprobarlo al ser un caso extremo y no generalizado, basta con observar las luchas por figurar en las listas electorales o en determinado puesto de ellas, o la contradicción flagrante, en que tantas y tantas veces incurren, entre lo que dicen que van a hacer y lo que luego hacen, esto es, en la falta de respeto al votante mostrándole un programa que se queda en eso. En muchos casos parecen que la política está a su servicio.
En sexto lugar, la política como profesión. Tiene que ver con lo apuntado en el apartado anterior pero ahora sin miedo a la generalización. No creo que haya que dar ejemplos de tantos y tantos que llevan años dedicados a las tareas de diputado, concejal, alcalde,…A la mayoría se les ha olvidado a qué se dedicaban anteriormente. En los inicios de la Transición se dedicó a la política un conjunto de ciudadanos con gran preparación y poco a poco la fueron abandonando. Desde entonces no ha hecho más que bajar el nivel de preparación. No sé si ésta será la causa del crecimiento constante del número de asesores. El corolario de esta profesionalización es el carácter, e incluso la conciencia, de grupo que en el fondo tienen la mayoría de los que se dedican a la política. Sin ello no serían explicables casos como, por ejemplo, subidas de sueldos recientes que apenas han sido denunciadas.
En séptimo lugar, lo que he oído a Carlos Carnicero denominar como la “demoscracia”, esto es, gobernar a golpe de encuestas y no según el programa presentado o la ideología.

En fin, la lista se podría alargar con más características comunes y con muchos ejemplos demostrativos de cada una de ellas. Dejo al lector que elija las que le parezcan mejores.
Sé que habrá quien, siendo de izquierdas, haga el reproche de que alguna de estas cosas si no se hacen se da una ventaja a la derecha. No sé, porque no pertenezco a esa tradición, lo que dirá una persona de derechas; sí digo que desde la izquierda hay que denunciar permanentemente el tipo de actitudes que he reflejado en el escrito y hay que hacerlo porque, al menos hasta hace poco, la izquierda pretendía tener otra forma de actuar.

Por cierto, la mayor parte de lo dicho puede aplicarse a todo ese conjunto de periodistas, profesores, escritores, etc, que ejerciendo de tertulianos hacen las modernas funciones de “intelectual orgánico” del gobierno o la oposición.

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