Desde que a finales de los
ochenta leí la primera novela de Chirbes, Mimoun,
no he dejado que se me pasara ninguna sin leer. No ha sido un autor muy
prolífico pues publicaba cada más o menos cuatro años, pero sí ha sido un autor
que trabajaba mucho y muy bien cada nuevo texto. Si los temas eran siempre muy
interesantes, lo era más aún su magnífica escritura que, además, fue mejorando
con el paso de los años de tal manera que sus dos últimas entregas, Crematorio y En la orilla, merecieron grandes halagos y el Premio de la Crítica
ambas más el Nacional de Narrativa la segunda. La publicación póstuma de París-Austerlitz ha vuelto a demostrar la enorme capacidad creativa y
literaria de uno de los mejores escritores españoles de los últimos cincuenta
años.
Estoy enormemente agradecido
a Chirbes porque me ha hecho disfrutar como pocos con la lectura de sus libros
y, además, me ha hecho reflexionar también en más de una ocasión con su visión
de lo que pasaba en el país; una visión muy crítica, lúcida y que no se casaba
con nada ni con nadie.
He lamentado su prematura desaparición
además de por las razones evidentes en estos casos, por la más egoísta de haber
perdido la posibilidad de encontrarme con el autor en más libros.
Me ha gustado lo escrito por Marta Moreira en abc.es.
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