Seguramente quien leyera
esta novela en el momento de su publicación hace unos años disfrutaría bastante
con ella. Black (Banville) la escribió poco después de iniciar la serie que
tiene como protagonista al forense Quirke y gracias a un encargo hecho por The New York Times Magazine. Creo que el
ser un encargo para una revista lastra de alguna forma el libro desde su
tamaño, apenas 200 páginas, hasta el tono y el sentido del mismo.
Si algo caracteriza a este
magnífico autor de novela negra es la creación de atmósferas, ese Dublín lluvioso,
brumoso y frío, y de personajes, su forense Quirke es una de las buenas
creaciones del género. Sin embargo, esta novela se desarrolla en Nueva York y
sus protagonistas tienen el papel que tienen solo en función de las necesidades
de la trama. Eso sí, esta, como sucede siempre en este escritor, está bien
construida y resulta entretenida, pero no deja de ser una novela más dentro de
su género. Abundan en exceso las
descripciones de los personajes sin que sean realmente necesarias para la
historia.
Obviamente no podía faltar
alguna referencia a los curas pedófilos, es una marca de la casa, y la existencia de alguna adicción que en
este caso es al tabaco.
Una novela menor aunque
entretenida que no aporta nada a la producción de este buen escritor.
Bejamin Black, El lémur
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