Mohamed Chukri es uno de esos escritores de los que
cuando veo un libro nuevo en una librería me lanzo sobre él y lo compro sin ni
siquiera mirar la contraportada. Desde El
pan a secas he ido leyendo todo lo que publicaba la, por otro lado
magnífica, editorial Cabaret Voltaire
y he disfrutado de la mayoría de lo leído. Precisamente ha sido la anterior
publicación de sus cuentos, El loco de
las rosas, el que menos me ha gustado.
Pues bien, algo parecido me sucede con esta nueva
recopilación en la que se recogen relatos escritos entre 1967 y 1986 y se
publican por orden cronológico.
Como dice Sergio Barce en su interesante Prólogo:
“(…) Mohamed Chukri vuelve a los asuntos que más le
importan, a los problemas con los que se identifica, y ninguno de ellos es
baladí.
(…)
La prostitución, los malos tratos, el alcoholismo,
los niños de la noche, y dice lo indecible rompiendo las reglas
preestablecidas.” (p. 13)
Efectivamente es así aunque creo que la prostitución
y el alcoholismo predominan al estar presentes en la mayoría de los textos. Los
primeros relatos, no sé si por su construcción o por qué otra razón, no me han
llegado y los he leído un poco por encima. Sin embargo, a partir más o menos de
la mitad del libro, sí encuentro al Chukri más reconocible el que como se dice
muy bien en el mencionado Prólogo:
“Escribe como siente, sin artificios, sin
comedimiento, dándole dentelladas a la vida. Escribe como piensa, o piensa como
escribe, y las ideas de estos relatos se desparraman en párrafos suicidas.
(…)
En La jaima,
en fin, los habituales de Mohamed Chukri reconocerán de inmediato su estilo
directo y su nada complaciente visión de la vida. Todo un emocionante
reencuentro.” (p 17 y 18)
Quizá matizaría que ha sido, precisamente, la falta
de emoción en muchos momentos lo que me ha defraudado un tanto de esta recopilación.
Hay momentos magníficos, espléndidas conversaciones, tensiones larvadas y otras explícitas, pero son eso, momentos,
pues el conjunto adolece de demasiadas diferencias. Evidentemente esto puede
deberse al largo período de tiempo que abarca su escritura teniendo en cuenta,
además, que estamos ante un escritor que aprendió a leer y escribir a los
veinte años, es decir, a mediados de los años cincuenta.
En cualquier caso es un libro recomendable porque no
hay demasiados escritores con su capacidad expresiva. Eso sí, para conocer de
verdad al autor y disfrutar de su lectura, lo mejor es leer su trilogía
autobiográfica.
Mohamed Chukri, La
jaima. Traducción Rajae Boumediane El Metni
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