Este libro, aunque traducido ahora, fue publicado en
Alemania en 2015, es decir, en plena crisis del fenómeno de los refugiados lo
que constituye su principal virtud y, seguramente, le proporciona su principal
defecto.
Estamos ante un libro valiente que afronta el tema
de la llegada de los refugiados desde un punto de vista moral, y que plantea un
apoyo total a estas personas que llegan en su mayoría huyendo de diferentes
persecuciones. Sus protagonistas proceden del África subsahariana, en concreto
de Niger, Ghana, Nigeria o Chad, pero muchos han pasado por Libia en los peores
momentos del conflicto de ese país. De ahí se desplazaron a Italia para
terminar recalando en Alemania.
El problema del libro es que resulta muy difícil
tratar este tema de forma novelada en los momentos de mayor tensión y confusión
y que, al mismo tiempo, la historia
resulte literariamente aceptable.
El punto de partida de la historia es que el
protagonista, Richard, un profesor universitario jubilado decide hacer un
estudio sobre los que llegan como una forma de acercarse a ellos. A partir de
ahí tendrá entrevistas con varios en diferentes lugares de acogida. Aunque hay
momentos bastante conseguidos, imágenes potentes (esa policía controlando la
manifestación) e informaciones muy útiles e interesantes sobre la legislación
alemana, el resultado no deja de parecer la suma de un conjunto de pequeños
reportajes realizados, además, por alguien que no es experto en ello.
Siento decir estas cosas porque de alguna manera me
he sentido bastante identificado con ese
profesor jubilado que apostató de su religión, que de niño cogía los escarabajos
de la patata a mano y que hace las listas de la compra siguiendo el orden de
colocación de los productos en el supermercado, es decir, tres cosas que
comparto plenamente además, sobre todo, claro,
de su posición ante la situación de los refugiados.
Un tema un tanto marginal en el libro, pero que
aparece en varios momentos y que me ha llamado la atención es la presencia de
la diferencia entre el este y el oeste en Berlín y en Alemania en general a
pesar de los años que han pasado ya desde la reunificación. Se nota que quedan
asuntos pendientes. La autora nació en 1968 en Berlín este y Richard vivió en
la RDA donde ejerció su profesión.
“Un libro necesario.” (Der Spiegel)
“Una prosa medida, líricamente austera, cuyos
movimientos acompasados apenas delatan la considerable pasión que la empuja.”
(James Wood, The New Yorker)
Destaco estos dos comentarios puestos por la
editorial porque comparto plenamente el primero y, sobre el segundo, creo que
si algo le falta al libro es un poco de pasión y me atrevería a decir que de
emoción.
Jenny Erpenbeck, Yo
voy, tú vas, él va. Traducción Francesc Rovira
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