Me gustó mucho el libro que Lenore dedicó a la
movida madrileña y la crítica que en él se contenía sobre esa época y sobre
cómo se había utilizado políticamente. Ahora ha leído este dedicado también a
una época concreta que fue publicado en 2014 y es, por tanto, anterior en
varios años al dedicado a la movida.
El tema de los hípsters
me interesa relativamente. Está muy lejos de mí tanto por la edad, como por la
situación geográfica y los intereses vitales. Sin embargo, he oído esa
expresión tantas veces que tenía ganas de enterarme un poco de qué iba el tema.
Tengo que decir, como advertencia previa, que lo que
realmente me interesa son los aspectos sociológicos y políticos y no tanto los
culturales. En este sentido, hay páginas y páginas de este libro de las que no
he entendido absolutamente nada. El autor es crítico musical y mi desconocimiento
de la música de estas épocas es enciclopédico. Escucho música a diario, pero
siempre se trata de jazz y, de vez en cuando, música clásica. No solo desconozco
los diferentes grupos o solistas que se mencionan sino también la mayoría de
los conceptos que se utilizan. No obstante, hay suficientes aspectos
descriptivos de una época y críticas a la misma que el libro en su conjunto me
parece realmente interesante. Hay incluso un capítulo, el 9, en el que bajo el
título de Por qué nos hacemos hípsters
lo que hay es una fuerte autocrítica.
Reproduzco una serie de fragmentos que explican bien
de qué tipo de crítica se trata:
“Ambas
culturas, la hispter y la yupi, se parecen porque son mecanismos
de distinción. También comparten valores como el culto a la independencia
(frente a las relaciones colectivas), el refinamiento estético (frente al
compromiso político) o el apoyo a la meritocracia (frente a la lucha por la
igualdad).” (p. 32)
“Quien se
mueve entre modernos de Madrid y Barcelona sabrá que impera una enorme
tolerancia hacia comentarios del tipo “no puedo quedar para ver el fútbol
porque hoy vienen los panchitos a traerme los muebles”, “me han robado en las
Ramblas, pero no un marroquí, sino alguien normal” o “yo no voy a la piscina
pública porque se ha llenado de peruanos” (todas son literales y las he
escuchado personalmente).” (p. 72-73) (Este texto inicia un epígrafe titulado Racismo hípster.)
“La creación de una cultura pop premium (más cara, estirada y con los medios de comunicación de su
parte) funciona como herramienta para legitimar el clasismo. El Sónar es un
festival pijo de Barcelona, lo cual siempre da derecho al triple de atención
mediática que a Monegros, que se celebra en Huesca y suele atraer público de
clase trabajadora.
(…)
En realidad, el PSOE fue experto en desactivar
cualquier tipo de cultura realmente popular, empezando por las fiestas
patronales, que privatizaron y trasladaron a pabellones deportivos alejados de
los barrios.” (p. 85)
“No creo que sea casualidad que la década más
glamurizada por los hípsters sea la
de máxima derrota y desorientación de la izquierda. (…) Básicamente, fueron
años del capitalismo rampante, El Fin de la Historia y de partidos socialistas
europeos adoptando de manera entusiasta el credo neoliberal.” (p. 135)
“La mayoría de la prensa cultural es reaccionaria
porque se concibe como un escaparate de la industria, pero también por su
pasividad para cuestionar el modelo político, incluso en momentos de emergencia
social como el que vivimos.
Una de las razones principales para meterme en este
libro era poner por escrito que apuntarse a la cultura indie, hípster o moderna no me parece un signo de sofisticación,
sino de paletismo.” (p. 150-151)
Como se puede apreciar bien en estos ejemplos,
Lenore realiza una crítica fundamentalmente política y me atrevería a decir que
ideológica de este movimiento o momento cultural.
Esta dura crítica que, como decía antes, no está
exenta de la correspondiente autocrítica, hace que no sea precisamente bien
recibida en algunos sectores. Así, por ejemplo, David Morán escribe sobre el
libro en rockdelux.com (revista en la que,
precisamente, escribía antes Lenore):
“Esto es intentar colar como ensayo
cultural un artículo de opinión más o menos extenso, con argumentos tan
peregrinos como que en los supermercados pijos de Madrid suena Nouvelle Vague
(…) o que todos los conocidos del autor aprovechan las escapadas a festivales indies para visitar el centro de arte
contemporáneo de la ciudad y engullir el menú degustación del restaurante de
moda.
(…)
firma un libro que es poco más que una
endeble coraza teórica para justificar su renacer como azote de lo independiente.”
Sin embargo, Carlos Prieto, colega
cuando se publica el libro, dice en elconfidencial.com:
“(…
)ndies, hipsters y gafapastas es también un
libro beligerante que va a levantar ampollas: Lenore reparte mandobles a diestro y a siniestro (la lista de
grupos, escritores, directores y medios de tendencias vapuleados en el
ensayo es demasiado extensa como para comentarla con detalle). Toda
una rara avis, por tanto, en el contexto del periodismo cultural cañí, más
amigo de la reseña promocional y la obsesión con las tendencias que
de los enfoques conflictivos.”
Reseña que termina con: “En
dos palabras: haciendo amigos.”
(Subrayado en el original.)
Como se ve, estamos ante un texto que
da para mucho debate en el que, por lo dicho al principio, no me atrevo ni a
participar ni a adoptar ninguna postura aunque creo que sí debe de tener razón
el autor en más de una de sus críticas. De hecho me he quedado espantado cuando
en la página 56 habla de la revista Naif
como de “revista de tendencias para modernos de cero a doce años.”
De todas formas tengo la impresión de que estos
temas ya deben de estar un poco pasados de moda dado lo efímero que se vuelve
todo en una época de tan gran aceleración histórica como la que vivimos.
Algo que me ha chocado desfavorablemente es la
confusión en varias ocasiones del “por qué” con el “porque”. Me extraña además
encontrarlo en un libro editado por Capitán
Swing que suele cuidar bastante estas cosas.
Víctor Lenore, Indies,
Hipsters y gafapastas. Crónica de
una dominación cultural.
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