No he comprado ni una sola vez en mi vida El Mundo. Apenas en dos o tres ocasiones
he ojeado en un bar la edición de Baleares. Hasta hace un par de días, y
precisamente buscando alguna información a partir de la lectura de este libro,
no había entrado en la edición digital. Es un periódico por el que siempre he
sentido una gran antipatía seguramente, entre otras cosas, a causa de su creador y director durante
tantos años Pedro José Ramírez. Sin embargo, mi interés por el periodismo es
superior a mi rechazo de este medio y por eso he comprado y leído este libro.
También ha influido el hecho de que se vende como una muestra de las diferentes
presiones que reciben los medios tanto del poder político como del económico
algo que, además, se está poniendo de manifiesto estos días con el asunto del
móvil de la ayudante de Pablo Iglesias y de la participación de las llamadas
cloacas del estado y los periodistas que están a su servicio.
Entrando ya en el contenido del libro tengo que
decir que en parte me ha interesado y en parte también me ha defraudado.
Jiménez, al margen de las razones que le hayan
llevado a escribirlo, se compromete en muchos momentos cuando por ejemplo
afirma lo siguiente:
“(…) toda una generación de supuestos periodistas de
investigación había prosperado comprando un material que sabían averiado, en un
juego de favores donde la verdad era un incordio prescindible.” (p. 58)
Acaba de terminar una reunión con Villarejo y,
siguiendo con sus palabras: “Había recibido una primera pincelada de cómo
funcionaban Las Cloacas y la forma en la que habían contaminado el trabajo de
la prensa en España.“
De una forma más general afirma también:
“El sistema estaba perfectamente engrasado y
dependía de que ninguna pieza se moviera del lugar donde había sido colocada.
El poder económico protegía al poder político. El poder político protegía al
poder económico. La prensa protegía al poder económico.” (p. 121)
Es decir, pone negro sobre blanco lo que tanta gente
sabe y comenta y lo que me ha llevado a expresar tantas veces en el blog la
importancia que tiene la “batalla” mediática. Ni que decir tiene que estos días
el tema está al rojo vivo (y no me refiero al conocido programa de la
televisión, que también).
En esta línea Jiménez hace referencia al ya muy
conocido papel de Soraya Sáez de Santamaría en el grupo Prisa; a la multitud de
periodistas en “nómina” de empresas para evitar informaciones negativas; a los
llamados “Acuerdos” entre empresas y medios con el mismo objetivo; al papel de
algunos periodistas, cita el caso de Marhuenda y su omnipresencia en los
medios; a las peticiones de Jorge Fernández Díaz y lo que ofrecía a cambio;
etc. Pero todo esto, y más cosas que cuenta,
ha salido publicado y/o sido comentado en bastantes medios. Quizá lo
interesante es verlo todo junto y reconocido abiertamente por el director de un
medio bastante implicado en muchos de estas actividades.
Como decía antes, también hay una parte que me ha
defraudado o, por decirlo con más precisión, cuyo interés me ha resultado
inferior. Me refiero a todo lo que algunos han llamado el cotilleo sobre los
entresijos del diario. El tema de cómo funciona por dentro un medio sí me
parece muy interesante, el problema es que en este libro hay más intrigas que
informaciones relevantes y, además, con el agravante de que al utilizar pseudónimos -La Digna, El Cardenal, El Dos, Woodward, El Señorito, El
Secretario,…-, a quienes no conocemos ese medio nos cuesta saber de quién se
trata y, por lo tanto, ponerles cara y poder saber qué dicen o escriben. Yo lo
he logrado con alguno y he de decir que me ha sorprendido algunas de las cosas
que dice, por ejemplo, de Lucía Méndez
quien, por cierto, creo que fue la primera en poner un tuit quejándose del
contenido del libro. Luego han salido otros en la misma dirección (claro que, al
menos los que yo he visto, son de periodistas que siguen trabajando en el
diario en el que, desde luego, habrá bastantes a los que no habrá gustado el
libro pues no salen precisamente bien parados).
Una afirmación que resume muy bien la idea de
Jiménez que transita por todo el texto sería:
“Solo éramos relevantes para el establishment de la capital, en parte porque llevábamos décadas
escribiendo sobre y para él. Y porque formábamos, aunque no quisiéramos
reconocerlo, parte de él.” (p. 225)
Esta pertenencia es uno de los grandes males del
periodismo en este país.
Al margen de todo lo ya dicho, me ha gustado la
autocrítica que hace por el tratamiento dado en el caso de Victoria Rosell o el
reconocimiento de cómo se fusilan contenidos de diarios extranjeros y me ha
gustado bastante menos el capítulo dedicado al rey y, sobre todo, a la reina en
los que aprecio un cierto “pelotilleo”.
En resumen, un libro un tanto irregular en el
interés que despierta, aunque imagino que hará pasar muy buenos ratos a sus
compañeros de profesión que, seguro,
habrán acudido en masa a comprarlo. También será útil para los lectores
habituales del diario.
Una duda que queda al final del libro es la razón
que habrá llevado a Jiménez a escribir un libro así: ¿denunciar comportamientos
espurios en la profesión? ¿ajustar cuentas con algunos de los que mandan en el
periódico? ¿venganza por algunas intrigas contra él?¿hacer caja?
Conociendo el percal la verdad es que esperaba haber
encontrado más reseñas y críticas en los medios. Dejo constancia de algunas:
Juan Diego Madueño hace una crítica bastante dura en elespanol.com (casualmente
el digital creado y dirigido por Pedro José Ramírez); José Precedo hace una
interesante entrevista al autor en eldiario.es y Alba Precedo comenta en infolibre.es los
aspectos más sobresalientes e impactantes del libro y, además, incluye los
principales tuits que se cruzaron en los primeros momentos; merece la pena.
David Jiménez, El
director. Secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El
Mundo
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