miércoles, 12 de junio de 2019

Continuando con la literatura nórdica




En más de una ocasión he hecho alusión en el blog a mi interés por la literatura nórdica por muy variadas razones. Evidentemente, me interesa, o mejor me ha interesado, la novela policíaca de esa procedencia y tengo a Henning Mankell por uno de mis escritores favoritos, pero también me gustan muchos otros autores de los que ya he comentado bastantes libros. Sin embargo, mis últimas lecturas de autores de esta procedencia me están defraudando un tanto. El último libro que escribió Knut Hamsun lo tuve que abandonar al no interesarme nada de lo que me contaba; el segundo que he leído nace poco de Stig Saeterbakken me desconcertó en su segunda mitad después de una primera realmente apasionante. En este contexto llega la primera traducción de esta escritora danesa.
De entre los fragmentos que la editorial ha puesto en la contraportada destaco el siguiente de la reseña de Isabel Berwick en Financial Times:

“Ingeniosa y profunda. Nors escribe ficción femenina moderna de una gran relevancia: da visibilidad y centralidad a las mujeres maduras, a las que todas las sociedades, incluso las escandinavas, valoran por debajo de los hombres, sobre todo si siguen solteras y no han tenido hijos».”

Ciertamente se trata de una novela ingeniosa en la que a lo largo de sus algo menos de 180 páginas nos muestra la vida de una danesa de cuarenta años, que vive en Copenhague, se dedica a la traducción de novelas policiacas de un autor sueco, soltera, sin relaciones ni siquiera ocasionales, enamorada, o algo así, de su profesor de autoescuela (está intentando aprender a conducir), con escasa relación con su familia que vive lejos en su Jutlandia natal, que padece “vértigo posicional” por lo que acude a una masajista también bastante peculiar y que, finalmente, no mantiene buena relación con casi nadie lo que hace que se sienta tremendamente sola. En este último aspecto piensa lo que sigue sobre la cultura “single”:

“Esas hordas maniobrando para venderse como ganado, que entran y salen de restaurantes con la cabeza llena de servicios de citas. Siempre solos, o siempre entre una y otra relación sexual, o siempre en camino con pautas orientadas a la venta de cómo creen que tiene que ser para representar una versión comestible de sí mismos.
Las mujeres solteras que conocí en mi niñez se dedicabas a cuidar sus jardines, piensa Sonja. Y a leer, y a la gente le agradaba hablar con ellas.” (p. 167)

A pesar de esa protagonista con una vida tan peculiar y de que la novela está escrita en una tercera persona que se convierte casi en primera cuando escribe sobre los pensamientos de Sonja, lo que acerca mucho al lector al personaje; a pesar de todo esto, no he terminado de entrar del todo en la novela. Tiene capítulos muy buenos (está dividida en 21 capítulos de poca extensión) e incluso alguno divertido, pero no he terminado de entender algunos comportamientos de Sonja. No sé, quizá tiene que ver con el hecho de ser hombre, maduro en exceso y de cultura mediterránea; bueno, o no porque tampoco me creo mucho esto último.
En todo caso, puede ser una lectura recomendable a pesar de lo dicho porque tiene la ventaja de su poca extensión, -en el caso de que no guste demasiado.

Dorthe Nors, Espejo, hombro, intermitente. Traducción Victoria Alonso.



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