Hasta ahora solo conocía al autor por un libro, El blues de Buddy Bolden, que leí además
hace ya bastante tiempo. He visto que Alfaguara ha publicado varios pero no me
había fijado en ellos hasta este que hoy comento.
Desde luego, se trata de un escritor diferente sobre
todo por su forma de contar las historias, suponiendo que contar historias sea
lo que hace o lo que pretenda hacer.
Dice Rodrigo Fresán en su magnífica y muy acertada reseña en abc.es:
“La sensación es de como si un thriller de Le Carré fuese adaptado
al cine por Terrence Malick.
Ondaatje ha dicho que él
escribe en penumbra y avanzando sin saber muy bien a
dónde se llegará y qué sucederá por el camino.” (Subrayado
en el original)
Me parece que es difícil
expresar mejor y con menos palabras la esencia de este escritor, y por ende de
este libro. Hay una ambientación y una cierta tensión casi de thriller, pero al
mismo tiempo un desarrollo de lo que se cuenta tan fragmentario que lo aleja de
este género. Estamos ante un texto que creo que depende mucho del momento en
que se lea para que guste o para que, directamente, se cierre y se abandone. Yo
lo he cogido en un buen momento y me ha encantado. Me empezó interesando lo que
me contaba y me he ido sumergiendo poco a poco y de forma casi imperceptible en
él, eso sí, sin llegar a saber en más de una ocasión qué estaba pasando o qué
había pasado.
No es que se trate de un libro
especialmente difícil, sino que la forma de narrar de Ondaatje, tan
fragmentaria, despista bastante. En cualquier caso, lo que no se puede negar es
que tiene una escritura muy personal y muy poderosa, de esas que atrapan por su
forma más allá de lo que te esté contando.
El libro está narrado
principalmente en primera persona por Nathaniel que, junto con su hermana, fue
abandonado por sus padres al inicio de la Segunda Guerra mundial y dejados al
cuidado de unos peculiares personajes. Nathaniel rememora esos momentos y luego
la historia se reconvertirá en lo que sucedió con sus padres, sobre todo con su
madre que se convierte en auténtica protagonista del tramo final de la novela.
Es difícil poder decir mucho más
sobre el contenido teniendo en cuenta que el mismo Ondaatje, como se ha visto
en la cita anterior, habla de penumbra y de avanzar sin saber muy bien qué irá
sucediendo por el camino.
Menos complaciente con el
autor, y con el libro, se muestra Sub_zero en la reseña
en generacionreader.blogspot.com al afirmar:
“Su estructura narrativa entrecortada, lejos de
parecer un atractivo puzzle en el que apetezca encajar las piezas ausentes, se
asemeja más a los inciertos vaivenes de un senderista desorientado.”
En fin, para gustos los colores. Reconozco que a mí
el libro me he encantado y me ha animado a buscar algún otro de Ondaatje. Por
cierto, es el autor de El paciente inglés,
que se llevó al cine en una magnífica película.
Michael Ondaatje, Luz de guerra. Traducción Guillem Usandizaga.
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