Este escritor escribió en su día una gran novela
como fue El lector y no sé hasta qué
punto eso ha marcado su carrera y las opiniones de algunos críticos. Digo esto
porque Mujer bajando la escalera, que
es la otra que ha leído de Schlink, me supuso una decepción sobre todo tras
leer los extractos de algunas críticas
que la editorial había puesto en la contraportada. Ahora, con esta Olga, si no llego a la misma decepción,
sí que vuelvo a sorprenderme de algunos comentarios hechos por ciertos
críticos.
Así: “un libro maravilloso…una obra maestra” (Ute
Krebs, Freie Press) que, cuanto
menos, resulta un tanto exagerado.
El libro tiene su interés y sus buenos momentos. Está
dividido en tres partes muy diferentes en su enfoque y su tratamiento
narrativo. En la primera, desde una tercera persona, se narran los primeros
años de la vida de Olga: la muerte de sus padres, la vida con su abuela, sus
amores con Herbert, un joven de una buena familia que no acepta esa relación.
Herbert se dedicará a viajar y Olga le escribe cartas a una lista de correo. En
la segunda parte, un joven en cuya casa trabaja ahora Olga de costurera, cuenta
el resto de su vida a partir de la relación de amistad que se establece entre
ambos. Finalmente, Schlink utiliza las cartas que mencionaba antes para en la
tercera parte completar la visión del personaje y de la historia.
Dicho así parece muy interesante y lo es en muchos
momentos porque, además, le sirve también para dar unas pinceladas de la
evolución de Alemania a lo largo del siglo XX (Olga nació en la última década
del XIX).
El problema que en mi opinión tiene el libro es que
todo está contado como si el autor tuviera prisa porque pasara el tiempo y
sucedieran los diferentes acontecimientos. No puedo hablar de algunos porque
sería hacer spoiler y, aunque no
estemos ante un thriller, sí merece
la pena ir enterándose de las cosas poco
a poco. Esta velocidad hace que no se llegue a conocer bien a algunos
personajes ni a entender algunos comportamientos.
La sensación con la que he acabado la novela es la
de que el autor ha querido escribirla rápido para poder publicarla; que la
tenía bien pensada, pero que a la hora de ponerla negro sobre blanco se le ha
acelerado el pulso.
Evidentemente
es un libro que se puede leer, que resulta entretenido, que está narrado
con agilidad, pero que cuando se acaba deja una cierta sensación de que a una
historia así se le podía haber sacado mucho más partido.
Bernhard Schlink, Olga. Traducción Carles Andreu.
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