Este es el segundo libro que escribe esta joven,
nació en 1985, editora y columnista francesa que estuvo en el equipo de Charlie Hebdo de 2008 a 2013.
En uno de los fragmentos de diferentes críticas hechas
en Francia que la editorial ha recogido en la solapa se la compara por su honestidad y el uso del
“yo” con Emmanuel Carrère y creo que, efectivamente, tiene algunos puntos en
común con el gran escritor también francés.
El
surco es un libro muy comprometido y combativo con la
causa de los armenios, los kurdos y, sobre todo, con los que aspiran a que
Turquía sea una democracia y un país donde se respeten los derechos humanos.
La protagonista, cuyo nombre no se da en ningún
momento, pero que es claramente la propia Manteau, tiene una complicada
historia de amor por la situación y el carácter de su pareja de la que apenas
aporta información (tampoco se conoce su nombre). No obstante, esta es una
parte bastante irrelevante del libro más allá de las consecuencias que pueda
tener sobre su protagonista. El tema principal lo constituye la situación de
Turquía que nos es mostrada a través de dos líneas argumentales: por un lado,
los recorridos que hace la protagonista por Estambul y sus encuentros con
diferentes grupos de amigos, recorridos por los que también conocemos aspectos
de la vida cotidiana y, por otro lado, por la investigación que hace sobre Hart
Dink, el periodista armenio asesinado en 2007, creador y director de la revista
Agos, palabra que significa
precisamente surco.
El libro está construido a través de fragmentos y
escenas, pero sin que se pierda la unidad del conjunto. Y sobre el estilo dice
Gladys Marivat en Lire, según aparece
en la solapa, que es “a la vez depurado y líricamente denso, junto con la
descripción comprometida y profunda de nuestra época, mezclando realidad y
ficción sin caer en la egolatría (…)”
Como decía antes, es un libro muy combativo y en ese
sentido es enormemente crítico con el gobierno turco, pero también con Francia
y con la Unión Europea, en este caso específicamente por el acuerdo sobre los
refugiados.
De todas formas, cuando termino el libro lo hago con
la sensación de no haber captado, por mi gran desconocimiento de la realidad
turca, todo lo que la autora nos quiere transmitir y tampoco haber entendido
todo lo que nos cuenta. Al mismo tiempo, sin embargo, lo termino también con la
sensación de haber leído una buena historia y de estar ante una escritora que tiene muchas cosas que decir.
Son bastantes los fragmentos que se podrían
reproducir. Solo reproduciré uno que me parece especialmente interesante porque
ayuda a comprender algo que desde fuera resulta raro para un tipo de posición
política:
“Nunca he tenido ocasión de averiguar más sobre el
movimiento de los objetores de conciencia en Turquía, y sin embargo sé que en
este país, donde la tradición democrática se confunde (para desesperación de
los verdaderos demócratas) con el culto al ejército, los movimientos
antimilitaristas son uno de los puntos en común de los progresistas.” (p. 140)
Unas páginas antes ha escrito sobre “los pequeños
kemal”, los hijos de la clase media laica que han mamado la cultura europea y
que son un grupo muy minoritario.
Un libro no solo interesante, sino también
emocionante en muchos momentos. Esperemos que la editorial se anime a traducir
su primer libro.
Valérie Manteau, El
surco. Traducción Isabel Margelí.
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