Hace diez años iniciaba la serie del blog que titulé
“Mis autores favoritos” precisamente con Joseph Roth. De ahí la alegría que me
llevé cuando vi este nuevo libro en las estanterías de la librería ya que hace
varios años que no salía ninguna novedad de la ingente obra del autor.
Se trata de una colección de 64 artículos
seleccionados de los años veinte principalmente aunque los seis últimos sean de
los treinta e incluso hay uno con la II Guerra Mundial ya iniciada.
Están agrupados por los temas en los que se centran.
Así: Alemania, Bocetos, Austria y otros lugares, URSS, Albania, Hoteles, Los
placeres y las penas y Final (aquí están los de los años treinta). Como se ve
por la clasificación, aunque todos están escritos desde diversos lugares a los
que viajó Roth, en unos escribe sobre el país y en otros se centra más en
aspectos de la vida cotidiana más “universales”.
Obviamente, en un conjunto tan extenso hay un poco
de todo si bien tiene en común la buena escritura de que siempre hace gala Roth
y su gran capacidad de observación. También en algunos destila la fina ironía
de la que era capaz e incluso un cierto sentido del humor.
Valgan los dos fragmentos siguientes como ejemplos
de su forma de escribir y de ese humor que apreciará, sobre todo quien, como es
mi caso, haya tenido ocasión de viajar en trenes expreso en la España de los
sesenta:
“Durante el día ese
estrecho espacio es vergonzosamente ruidoso e indigno. De noche, sin embargo,
infunde algo parecido al respeto: así de sagrada luce la pobreza al dormir.
Todos los rostros expresan el auténtico patetismo de la ingenuidad, todos son
como puertas abiertas a través de las que pueden verse almas inmaculadas y
claras. Manos confusas tratan de ahuyentar las molestas luces de las lámparas
como si de moscas se tratara.” (p. 132)
“El tren expreso es un
lugar sofocante, lleno de ronquidos de pasajeros cualquiera, que no parecen en
absoluto aventureros ni huelen a misterio, sino a los bocadillos que llevan
envueltos en papel grasiento; son pasajeros que exhiben todos los signos de su
lamentable humanidad en el estrecho compartimento donde se amontonan, y si alguien
se asoma en busca de lugar lo miran de tal modo que sale despavorido.” (p. 252)
Por otro lado, no puede
faltar en un texto del autor alguna referencia al imperio perdido ya que
siempre fue un firme partidario y siempre defendió las ventajas que había
tenido en una zona tan conflictiva de Europa. Así:
“El gélido sol de los
Habsburgo desaparecía, pero al menos había sido un sol.” (p. 114)
(Resulta gracioso que
en España fue Berlanga quien en varias de sus películas introdujese alguna
frase en boca de sus personajes en las que echaba de menos el Imperio
Austro-Húngaro).
Es difícil destacar artículos en un conjunto
tan extenso y variopinto, pero sí puedo decir que me han llamado la atención
por diferentes motivos los siguientes: Uno de 1924 en los que hace referencia a
la esvástica y al auge del nacionalismo; el magnífico y tremendamente original
“boceto” que hace sobre un payaso; La
California polaca que dedica al petróleo en esa región y que es uno de los
más extensos con 7 páginas; todos los que escribe sobre Albania, algunos muy
duros y otros, como el dedicado al ejército de ese país que luego generaliza a
los ejércitos en general, muy divertidos; también son especialmente buenos los
que escribe sobre los viajes en tren de los que ya he dejado muestra en los dos
fragmentos que he reproducido, a lo que tengo que añadir el titulado El “Romanticismo” del viaje, título
pleno de ironía y, finalmente, destacaría en el que habla de Goebbels y la
prensa.
Sin embargo, me han
defraudado un tanto los que están incluidos en el apartado dedicado a la URSS
porque están centrados en un viaje al sur y me hubiera gustado más ver sus
observaciones sobre otras partes del país.
En fin, un libro muy
recomendable para un lector interesado en el buen periodismo y en los temas que
he comentado que se tratan y un libro que hará las delicias de los múltiples
seguidores de este gran escritor.
Joseph Roth, Años
de hotel. Postales de la Europa de entreguerras. Traducción Miguel Sáenz.
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